Trenzar. Revista de Educación Popular, Pedagogía Crítica e Investigación Militante
Nº7, Año 4, octubre 2021 – marzo 2022: 95-112
Red Trenzar: Santiago de Chile
ISSN (online) 2452-4301

ARTÍCULOS DE REFLEXIÓN


La literatura militante: Una estrategia pedagógica para la construcción ético-política en Trabajo Social[1]

Militant literature: A pedagogical strategy for the ethical-political construction in Social Work

 

Natalia Helena Álvarez[2]

 

Recibido: 31 de Julio de 2021 / Aceptado: 15 de Octubre de 2021

 

Resumen:

El proceso de enseñanza/aprendizaje del Trabajo Social, incluye un entramado de estrategias pedagógicas bastante amplio, sin embargo, el articulo destaca el uso de la literatura militante en la profesión, convocando de manera latente a la reflexión, consolidación y puesta en marcha de proyectos ético-políticos en los educandos. Así, se abordan los beneficios de la poesía de Mario Benedetti y los cuentos de Eduardo Galeano y el Subcomandante Marcos, en el propósito de formación de los trabajadores sociales, destacando elementos teóricos, metodológicos y filosóficos para su abordaje en el contexto de la educación universitaria en Colombia.

Palabras claves:

Literatura militante,

Trabajo Social,

proyecto ético político.

 

 

Abstract

The teaching/learning process of Social Work includes a fairly broad framework of pedagogical strategies, however, the article highlights the use of militant literature in the profession, latently calling for reflection, consolidation and implementation of projects political-ethics in students. Thus, the benefits of the poetry of Mario Benedetti and the stories of Eduardo Galeano and Subcomandante Marcos are addressed, in the purpose of training social workers, highlighting theoretical, methodological and philosophical elements for their approach in the context of university education in Colombia.

Keywords: Militant literature, Social Work, projects political ethics.

 

***

Introducción

La enseñanza del Trabajo Social como profesión[3], demanda permanentemente la generación de estrategias que permitan conectar las voces epistémicas con las realidades sociales que se viven en los contextos de actuación inmediata, y por supuesto, la reflexión constante sobre las condiciones políticas, sociales, económicas, ambientales que rodean el ejercicio profesional en Colombia. Lo anterior, supone un reto no solo para los educadores, sino también para el conjunto de estudiantes, pues los saberes vienen y van en ambas direcciones y la posibilidad de creación nace precisamente en el seno de los intercambios, los diálogos y las discusiones.

Educadores y educandos se configuran como un dúo ineludible para la puesta en marcha de proyectos críticos en el aula y fuera de ella, otorgando a la enseñanza la imperante necesidad de construirse desde un ejercicio ético político que cimiente desde los salones de clase un Trabajo Social que cuestione los sistemas de opresión, reflexione a partir de allí las realidades y le apueste a la organización, la autogestión y movilización colectiva en la superación de los problemas sociales de cada grupo o comunidad.

Por lo anterior, el presente texto explora el papel que cumple la literatura militante en la construcción del proyecto ético político del Trabajo Social, a partir de las reflexiones que surgen en el proceso de enseñanza/aprendizaje de la profesión en el contexto universitario, desde ejercicios co-creados con los estudiantes donde la literatura juega un papel central en la comprensión, análisis y acciones de realidades sociales concretas. Así, inicialmente se rastrea el carácter militante de la profesión desde diversos referentes teóricos, propiciando algunas claves para su comprensión; después se establecen ideas y autores que han resultado significativos en el ejercicio de construcción pedagógica del proyecto ético político, y finalmente se presentan elementos que desde la experiencia resultan relevantes en el fomento y la utilización de la literatura militante.

 

Claves para comprender el carácter militante del Trabajo Social

 

Nada por arte de magia,

Todo por arte de barrio,

De cotidiana batalla,

De aguerrida idea.

 

Grupo Musical Pasajeros,

Canción “Y zas o mora la esperanza”.

 

En Colombia, el ejercicio de enseñanza del Trabajo Social surge inicialmente en los Colegios Mayores para mujeres, como una profesión con alta influencia religiosa en su formación y con claros designios neoliberales y patriarcales en las funciones de apoyo que la profesión debía hacer en el abordaje de lo social, asociado de forma más cercana a la asistencia, el cuidado y procesos de bienestar, manteniendo el statu quo establecido en su momento. Durante los años siguientes la profesión se va a vincular de manera más directa con funciones de apoyo estatal y bienestar social como defensora de los intereses de la clase dirigente, siendo predominante hasta finalizados los 50 los parámetros filantrópicos y religiosos, añadiendo la búsqueda de metodologías propias.

Sin embargo, hacia los años 60, el proceso de reconceptualización que vive la profesión por las diversas situaciones de revoluciones sociales que tienen lugar en América Latina, lleva a cuestionamientos profundos sobre los objetivos de la misma y la imperante necesidad de vincular en sus fundamentos, teorías críticas de influencia principalmente marxista. Lo anterior, brinda a la profesión elementos para construir una praxis profesional situada y co-protagónica superando las visiones mesiánicas sobre los profesionales en Trabajo Social e iniciando un proceso de profunda transformación donde se involucra el estudio de diversas disciplinas sociales en la construcción del corpus académico del Trabajo Social. Para finalmente, llegar a un proceso de vinculación de otras epistemes en el abordaje de los problemas sociales desde la profesión, en lo que se conoce como pos-reconceptualización.

Este breve repaso por la historia del Trabajo Social[4] en el país, se muestra con el fin de permitir al lector ubicar la profesión como parte de las Ciencias Sociales, y vincular en su análisis las razones fundamentales que llevan a la permanente construcción del Trabajo Social con perspectiva crítica, una construcción inacabada que implica retos académicos y prácticos para los educadores y educandos.

En esta perspectiva de abordaje, adquieren importancia las estructuras sociales generadoras de injusticia y desigualdad social, los cuestionamientos y derrocamientos de todas las formas de opresión se vuelven objetivos centrales de los procesos de actuación e investigación profesional, siendo las categorías de clase, género y etnia primordiales en los análisis socio históricos desarrollados desde la profesión.

Trabajo Social Crítico Colombia, desde su fundamentación tiene importantes desafíos para continuar su compromiso con la clase trabajadora, con todos los oprimidos, por la soberanía nacional, en clave regional anti-imperialista; contribuyendo a las luchas por la dignidad (im)posible en la sociedad burguesa, y, por tanto, con todos los límites y contradicciones propias de la profesión, contribuir para que esa dignidad se realice en una nueva sociabilidad[5].

La praxis orientada desde el Trabajo Social critico implica un compromiso ético-político con el inicio de transformaciones profundas de las estructuras de dominación social, desde una perspectiva marxista que mantenga en vigencia los análisis sobre la lucha de clases, las contradicciones del capitalismo patriarcal, el avance del capitalismo en su fase imperialista, y demás elementos necesarios para la conformación de nuevas formas de organización social partiendo de la movilización y participación de los diversos grupos sociales.

Algunos teóricos, definen el Trabajo Social Critico como:

“un Trabajo Social que se enfrenta con su qué hacer en la búsqueda de la necesidad concreta de su acción. Es un Trabajo Social que busca actuar con conocimiento de causas y para ello no se detiene en la inmediatez de las formas, sino que busca trascenderlas. Es un Trabajo Social que se reconoce en su enajenación y busca tomar en sus manos las potencias históricas que tal enajenación le impone en el camino de la construcción de la comunidad de individuos libres[6]

Su quehacer se enmarca entonces, en el desarrollo de procesos de actuación profesional co-protagónicos que lleven a la liberación de todas las formas de opresión impuestas a los seres humanos, y que pueden resumirse de manera estructural en tres sistemas que operan de forma aliada, a saber: Capitalismo, Patriarcado, Colonialismo y/o Imperialismo.

Brevemente, cabe mencionar que el capitalismo se entiende desde la perspectiva de Jairo Estrada, en términos de comprender la operación de este sistema en el contexto colombiano. Así, se trata de un régimen de acumulación de la riqueza que no solo abarca los medios de producción, sino que tiene inmersos, además, otras dinámicas relacionadas con la expansión geográfica de las elites en el territorio nacional, el avance del elemento transnacional, es decir, una acumulación que trasciende las fronteras, y la consolidación de una clase dominante, que tiene bajo su dominio la dirigencia política, el escenario financiero del país y el poderío de los medios de comunicación.[7]

La lógica de acumulación capitalista en el país, se ha venido recrudeciendo de manera creciente, dejando saldos devastadores por la articulación de las clases dominantes con actores armados, además de la permanencia de un estado neoliberal al servicio del mercado, que ha desembocado en despojo de tierras, desplazamiento forzado, detrimento de las condiciones socio-ambientales del país, precarización laboral, entre otras situaciones que retratan la desigualdad social de Colombia y donde los trabajadores sociales están inmersos, al ser una realidad compartida por la mayoría de colombianos.

Por otra parte, el patriarcado se entiende desde la propuesta del feminismo-comunitario como “el sistema de todas las opresiones, es el sistema que oprime a la humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y a la naturaleza, construido históricamente y todos los días sobre el cuerpo de las mujeres.”[8], añadiendo como características propias de este sistema: relaciones sociales de explotación, opresión y subordinación entre varones y mujeres, supremacía de los adultos sobre los niños,  ​uso de la violencia sistemática para privilegiar la posición del varón y el adulto ​y la heteronormatividad como única posibilidad de relación y definición del deseo amoroso y sexual.

En Colombia, la cifra de feminicidios asciende a 435 a agosto de 2021[9], sumado a las denuncias por diversos tipos de violencia de genero a la que mujeres, niños y personas homosexuales enfrentan en el cotidiano, incluso en los círculos cercanos como la familia, las escuelas, los espacios laborales, etc. Complementario a lo anterior, Dominelli y MacLeod sostienen que

El trabajo social feminista ha puesto en evidencia que las relaciones sociales patriarcales no sólo afectan en forma negativa el bienestar de las mujeres sino también el de los niños, las niñas y los hombres. Los abusos sexuales en los hogares y de manera más concreta el incesto, constituyen prácticas muy extendidas en diferentes sociedades y a la vez suelen ser silenciadas.[10]

Así, la perspectiva de género en las reflexiones y actuaciones profesionales desde el Trabajo Social deben ocupar un lugar preponderante, no solo por ser una profesión feminizada[11], sino por estar a favor de la liberación de los seres humanos de cualquier forma de opresión, además de los profundos cuestionamientos y transformaciones que deben hacerse desde lo estructural.

Terminando esta triada, se encuentra el Colonialismo, entendido como un “fenómeno histórico de dominación desanclado de un territorio al otro, que viene acompañado de la dominación de pueblo sobre otro(s) pueblo(s)”[12] y como sugiere la autora, viene acompañado de la Colonialidad “que se refiere al proceso de subjetivación de las estructuras de dominación, jerarquización y subyugación, que se erige en la relación colonial pero va más allá de ella”[13]. Es clara la hegemonía cultural que subyace de este sistema en el plano nacional, ligado por ejemplo al desconocimiento que la mayoría de los colombianos tienen del legado indígena en el territorio, el poco reconocimiento de los pueblos étnicos que sobreviven en Colombia y el despojo de tierras que también afecta de manera directa a los resguardos indígenas del país.

Complementario a ello, sostiene Estrada, el mundo se encuentra en la fase más imperialista del capitalismo. Lo cual profundiza las relaciones de dependencia económica, política, militar y cultural de unos países sobre otros, en el caso colombiano la dependencia se acentúa con Estados Unidos de manera cada vez más profunda.[14]El imperialismo, se ha traducido en el país en la violación constante de la soberanía nacional y la injerencia estadounidense en asuntos de tipo económico, político y cultural, que ha venido consolidando un control territorial materializado en la presencia de multinacionales, transnacionales y  fuerzas militares.

Las y los profesionales en Trabajo Social deben por principio de definición defender la justicia social, los derechos humanos y trabajar de manera mancomunada con los grupos y comunidades.  Lo anterior, brinda a la profesión no solo un carácter critico sino también reflexivo, creador, capaz no solo de cuestionar y reivindicar sino de establecer propósitos que involucren directamente las propuestas colectivas, pues debe recordarse siempre el carácter co-protagónico que el Trabajo Social adquiere desde este escenario en la creación de lo que Arturo Escobar llamaría “otros mundos posibles”[15].

Resulta clave mencionar aquí, los aportes de Carlos Montaño respecto a la consolidación de la perspectiva crítica en Trabajo Social, que ilustra de manera importante las necesidades de la profesión en el compromiso con esta postura:

Una postura crítica (ético-política) de cara a la realidad que enfrenta, de las condiciones estructurales e institucionales, de los fundamentos y de las modalidades operativas de las acciones que desarrolla inserto en las Políticas Sociales, de los valores y fundamentos que guían tales acciones y políticas.

Una perspectiva crítica (ideo-política) que va más allá del horizonte inmediato de la actividad práctica, llegando a una perspectiva de mayor alcance, hasta la superación del orden que funda la explotación, las desigualdades sociales, las formas de discriminación y subalternización[16]

Así, el Trabajo Social critico implica la toma de postura frente a las realidades sociales que circundan el ejercicio profesional, el trabajador social no es ajeno a dichas realidades, sino que está inmerso en ellas, hace parte de una sociedad, se asume como sujeto político capaz de decidir y actuar en su entorno. Se supera la visión del profesional como un actor externo, para colocarlo como parte del engranaje en el análisis de las realidades y desarrollo colaborativo de las acciones, siempre de la mano de los involucrados en los contextos específicos.

El saber del trabajador social es tan válido y significativo como el de los grupos y comunidades, la perspectiva crítica pone en el centro el dialogo, el intercambio y la creación colectiva como formas certeras que favorecen la organización y la movilización social en la superación de realidades sociales difíciles. Diferente a otras perspectivas de abordaje del Trabajo Social, lo critico supera la mera institucionalidad, el asistencialismo y la ejecución de políticas sociales, dando a la profesión un sentido profundo en tanto que se constituye como un horizonte de actuación amplio en el que se toman decisiones informadas, se plantean valores éticos anticapitalistas, se sustentan perspectivas ideológicas liberadoras y la praxis se acompaña de reflexión, utopía y co-protagonismo.

Así, el proyecto ético político en Trabajo Social se constituye como:

Un proyecto profesional hegemónico que integre y articule la dimensión ética y la dimensión política (…) inspirado en y articulado a proyectos societarios. Por lo tanto, el proyecto profesional importa, redimensiona y se inserta a determinados valores, ideologías, articulado con actores sociales que representan los valores, ideologías, proyectos (…)[17]

Por un lado, consiste entonces en una forma de pensar y actuar políticamente situada que no solo involucra la acción profesional sino los demás ámbitos de actuación del Trabajo Social, es decir, se constituye también como un proyecto de vida que incluye la dimensión personal: la manera en que se desenvuelve en la familia, en la vida cotidiana, y un proyecto de país que se asocia a las formas de organización política y social, los escenarios comunitarios, etc. Y, por otro lado, lleva implícita la necesidad de consolidarse como un proyecto contrahegemónico[18] que desafié los valores tradicionales de los sistemas capitalista, colonial y patriarcal, y que además sea compartido por un conjunto amplio de profesionales.

En resumen, algunas claves para la construcción del proyecto ético político del Trabajo Social desde la perspectiva crítica incluirían:

– Análisis y comprensión de los sistemas de opresión: Capitalismo, Colonialismo, Patriarcado.

– Identificación de las violencias estructurales, las injusticias y desigualdades sociales propiciadas en los diferentes contextos de actuación.

– Indagación, uso y profundización de las teorías críticas para el abordaje de las realidades sociales.

–  Trascendencia de lo teórico, realización de acciones directas y de presión sobre las estructuras dominantes.

– Asumir una postura crítica con relación a la realidad social que le circunda no solo como profesional sino también como ser humano.

– Practicar valores anticapitalistas en todos los ámbitos de la vida: Solidaridad, ayuda mutua, cooperación, etc.

– Reconocimiento del carácter co-protagónico de los procesos sociales en pro de escuchar la voz de los actores y construir con los grupos y las comunidades.

– Establecer la investigación y la actuación profesional desde metodologías participativas.

– Organización gremial, profesional y académica, que condense la propuesta crítica como bandera del Trabajo Social.

– Participación activa en organizaciones, movimientos, asociaciones sociales y comunitarias.

– Socialización del conocimiento con y en las comunidades, ampliando los saberes, co-creando elementos teóricos y prácticos situados.

– Construir la utopía, el país posible y comprometerse con su consecución.

 

Lo anterior implica un escenario lleno de retos para los profesionales y sin duda también para quienes llevan a cabo la labor de generar procesos de enseñanza/aprendizaje en Trabajo Social, sin embargo, se constituye en una tarea imprescindible de la formación profesional de trabajadores sociales, puesto que

El conocimiento crítico, por lo tanto, tiene un comienzo, un medio y un fin. Tiene como punto de partida la realidad (no idealizada, no el “deber ser”, sino lo realmente existente). La razón y la pasión, la capacidad científica para producir conocimiento teórico verdadero, fiel a la realidad, pero un conocimiento compro­metido, orientado en la perspectiva de la transformación, en fin, la teoría crítica y la indignación/compromiso constituyen los medios, las herramientas y el motor del conocimiento crítico (radical). Po último, dado que no es un conocimiento “neutral”, “contemplativo”, el conocimiento crítico tiene por finalidad su apropia­ción por parte de las masas, de los trabajadores, de los subordinados, objetivando la transformación social.[19]

Poner en práctica lo anterior, se traduce en la búsqueda y ejecución conjunta de las estrategias que educadores y educandos puedan utilizar para alcanzar el fin propuesto: la construcción de un proyecto ético político en Trabajo Social desde una perspectiva crítica, lo que abre el abanico de posibilidades en la exploración de los caminos posibles e inacabados que dicha labor sugiere. A continuación, se presenta una estrategia desarrollada por la autora en el marco del ejercicio académico relacionada con el uso de la literatura militante como herramienta creadora de consciencia crítica.

La literatura militante como estrategia: Autores, ideas y propuesta metodológica 

Nadie puede enseñar lo que no ama.”

Estanislao Zuleta,

 

Ciertamente, el uso de la lectura es imprescindible en los escenarios de enseñanza/aprendizaje de las Ciencias Sociales, sin embargo, a veces se centra exclusivamente en los aspectos académicos y científicos propios de cada disciplina que en ocasiones se orienta de manera específica a teóricos que resultan complejos de abordar en los primeros semestres de la formación de los educandos en estas áreas, pues implica el amplio estudio de tendencias epistemológicas y filosóficas necesarias para el abordaje de las realidades sociales.

Al respecto,  Paulo Freire sostiene que la educación tradicional, nombrada por él como bancaria “anula el poder creador de los educandos o lo minimiza, estimulando así su ingenuidad y no su criticidad”[20], puesto que se orienta a la obtención de un conocimiento sin reflexión, memorístico y sin capacidad transformadora; por ello, desde la estrategia pedagógica aquí descrita se apuesta por la promoción de una educación problematizadora que invite a la construcción colectiva sobre las realidades sociales cercanas.

Por lo anterior, desde la experiencia profesional en la docencia universitaria se ha optado no solo por la utilización de textos netamente académicos, sino al uso de la literatura militante como fuente reflexiva, creadora y critica. Así, se hace utilización de libros escritos por autores como Mario Benedetti, Eduardo Galeano, y el Subcomandante Marcos, quienes dedicaron su vida a la militancia política en pro de la construcción de sociedades más justas, haciendo uso de la escritura como forma de denuncia de las desigualdades e injusticias y también como forma para recrear y construir utopías realizables.

Las lecturas compartidas en la clase, bajo la escritura de los autores mencionados, inspiran las reflexiones en torno a la naturaleza, la historia, la memoria, lo colectivo, lo espiritual, con relación a la realidad colombiana; re-significando el Trabajo Social a partir de elementos literarios diferenciales a los de carácter netamente académico, como la poesía y el cuento, que permiten nuevas formas de comprender la actuación profesional en la coyuntura nacional. Devolviendo a la praxis profesional la dimensión ética y política tan necesaria en la superación de las “neutralidades”, en una Colombia que requiere profesionales comprometidos con su quehacer, en el gran camino de construir país en las condiciones actuales.

El uso de este tipo de literatura como herramienta pedagógica está basada principalmente en la postura teórica de Paulo Freire, quien se separa de la mercantilización de la educación, aboga por la libertad y la consciencia, incita a construir desde lo propio: desde el sur, con el sur y para el sur. Invitando a creer, a soñar otros mundos posibles, a imaginar y a edificar senderos que conduzcan de manera cognoscente a eso que se sueña.

Desde esta perspectiva, se concibe que la educación no está separada de la realidad social, y, por tanto, debe construirse como una apuesta transformadora, que en el caso colombiano vaya en la vía de las luchas sociales vigentes. El proceso de enseñanza/aprendizaje se asume como un camino donde los saberes se edifican no solo desde el escenario de lo académico sino también en el terreno de las vivencias, la experiencia, el aula, la calle, la palabra, la poesía y el cuento.

Promoviendo así, la humanización de la educación, entendida por Freire (2005) como “(…) praxis, que implica la acción y reflexión de los hombres sobre el mundo para transformarlo”[21], por ello, la enseñanza del Trabajo Social es en sí misma una praxis que requiere de la acción y la reflexión constante, comprendiendo que esta no se logra de manera unilateral y abstracta, sino que requiere de herramientas tangibles, al alcance de todos, de fácil acceso y entendimiento.

Lo anterior, favorece en gran medida las capacidades de interpretación, argumentación, reflexión, y creación critica de conocimiento. La utilización de este tipo de literatura le apuesta al fomento de la lectura como un hábito necesario para la formación profesional y en general en la construcción personal de los estudiantes, pues la lectura invita a pensar y re-pensar el mundo, la cotidianidad y las relaciones de manera consciente y critica.  Además de generar la oportunidad de promover la creación escrita de los estudiantes, como un ejercicio no abstracto sino más bien cercano, con la vivencia misma de su realidad y el apoyo de capacidades que a veces se obvian, pero que deben practicarse para hacerse cada vez más conscientes.

A continuación, se resumen de manera sucinta los elementos contenidos en los libros que se han explorado en el desarrollo de la literatura militante como estrategia, permitiendo al lector identificar algunos aspectos que han sido claves en su selección, lectura y posterior reflexión:

Días y noches de amor y de guerra, de Eduardo Galeano, es un texto que recoge reflexiones cortas del autor en torno a diversos temas que atraviesan el exilio, la memoria, los Derechos Humanos, el amor, la amistad, entre otros. Galeano, capta la atención a través de textos sencillos cargados de significado, que permite aterrizar cada fragmento al ejercicio cotidiano de la vida y la experiencia:

El sistema

 Plan de exterminio: arrasar la hierba, arrancar de raíz hasta la última plantita todavía viva, regar la tierra con sal. Después, matar la memoria de la hierba. Para colonizar las conciencias, suprimirlas; para suprimirlas, vaciarlas de pasado. Aniquilar todo testimonio de que en la comarca hubo algo más que silencio, cárceles y tumbas. Está prohibido recordar. Se forman cuadrillas de presos. Por las noches, se les obliga a tapar con pintura blanca las frases de protesta que en otros tiempos cubrían los muros de la ciudad. La lluvia, de tanto golpear los muros, va disolviendo la pintura blanca. Y reaparecen, poquito a poco, las porfiadas palabras.[22].

El uso de la literatura militante como parte del proceso formativo en Trabajo Social permite precisamente que los estudiantes le apuesten a convertirse en la lluvia que plantea Galeano, a ser quienes recuerden, quienes evoquen memoria, quienes saquen a flote las porfiadas palabras, tan necesarias en el proceso de denuncia en casos de violación de Derechos Humanos en un país con la coyuntura actual que atraviesa Colombia.

Del amor, las mujeres y la vida, de Mario Benedetti, se trata de una antología poética que atañe a elementos de la vida y obra del autor, con relación principalmente a su época de exilio y su militancia política. El libro articula elementos que vinculan los sentimientos personales con la vida militante, en términos de volver lo personal un asunto político rompiendo con la visión netamente romántica del amor:

Te quiero

Tus manos son mi caricia

mis acordes cotidianos

te quiero porque tus manos

trabajan por la justicia

 si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos

 tus ojos son mi conjuro

contra la mala jornada

te quiero por tu mirada

que mira y siembra futuro

 tu boca que es tuya y mía

tu boca no se equivoca

te quiero porque tu boca

sabe gritar rebeldía

 si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos

 y por tu rostro sincero

y tu paso vagabundo

y tu llanto por el mundo

porque sos pueblo te quiero

 y porque amor no es aureola

ni cándida moraleja

y porque somos pareja

que sabe que no está sola

 te quiero en mi paraíso

es decir que en mi país

la gente viva feliz

aunque no tenga permiso

 si te quiero es porque sos

mi amor mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos mucho más que dos[23].

 

Se aprecia una composición que permite llevar a un plano social, los sentimientos compartidos en una dimensión ético política visible de compromiso con las causas de los pueblos y la visibilización de las injusticias, una tarea de largo aliento en el Trabajo Social. Desde los poemas contenidos en este libro, los estudiantes exploran la posibilidad de reconocer en las cadenas de afecto individual, elementos vinculantes con escenarios mucho más estructurales y posibles en los cuales pueden experimentar también el amor como un sentimiento que motiva y construye.

Los Otros Cuentos, del Subcomandante Marcos, confluye en una suerte de tejido de saberes, pues allí, tienen lugar textos que colocan en el centro la relación del ser humano con la naturaleza, pero también del ser humano con otras y otros, y finalmente la unión de muchas fuerzas en pro de la construcción de sociedades libres. Al ser un libro de cuentos inspirados en los zapatistas como movimiento social, indígena y rural, tienen lugar reflexiones profundas sobre los derechos, la tierra, la comunidad, lo colectivo y lo político, entre otros, que inspiran el pensamiento crítico en Trabajo Social:

Tres definiciones para días tan aciagos

A La Sociedad Civil Nacional e Internacional, donde quiera que se encuentre:

Disculpad, señora Sociedad Civil, que os distraiga de vuestras múltiples ocupaciones y reiteradas angustias. Sólo os escribo para deciros que aquí estamos, que seguimos siendo nosotros, que la resistencia es todavía nuestra bandera y que todavía creemos en usted. Pase lo que pase, seguiremos creyendo. Porque la esperanza, señora de rostro difuso y nombre gigante, es ya en nosotros una adicción.

Vuestra excelencia sabrá ya que el horizonte se encapota de un gris que va para negro con la misma celeridad que marcha la venta de nuestra historia. Sin embargo, sabed que la libertad sigue estando ahí adelante, que sigue siendo necesario luchar y que la historia todavía espera quien le complete las planas. Así las cosas, y temiendo que no os veamos de nuevo, aceptad estas tres definiciones que vienen muy a pelo para días tan aciagos como los que nos esperan:

Libertad. Dice Durito que la libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla. Yo digo que los zapatistas somos los adictos al insomnio que la historia desespera.

Lucha. Decía el Viejo Antonio que la lucha es como un círculo. Se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina.

Historia. La historia no es más que garabatos que escriben los hombres y mujeres en el suelo del tiempo. El Poder escribe su garabato, lo alaba como escritura sublime y lo adora como verdad única. El mediocre se limita a leer los garabatos. El luchador se la pasa emborronando cuartillas. Los excluidos no saben escribir… todavía.

Aceptad, señora, estas tres flores. Las otras cuatro llegarán luego… si es que llegan. Vale. Salud y recordad que la sabiduría consiste en el arte de descubrir, por detrás del dolor, la esperanza[24].

Este es un libro que invita a soñar, a creer en la esperanza como fuente y como camino, a construir en comunidad, combatiendo el individualismo del sistema con valores colectivos que propicien la organización, la movilización y las luchas comunitarias en pro de sociedades justas e incluyentes, la apuesta desde aquí es edificar un Trabajo Social, de cara a un país que requiere profesionales críticos que analicen la realidad social, se sientan como parte de ella y emprendan la larga vía de la transformación.

La literatura militante no se reduce a los tres autores propuestos y abordados en algunas experiencias en aula, claramente es un género que debe explorarse a fin de encontrar su utilidad en las diversas profesiones y disciplinas que componen las Ciencias Humanas y Sociales, a fin de, otorgar al conocimiento un tono ético político capaz de cuestionar los contextos cotidianos, problematizarlos, reflexionarlos y posteriormente organizarse para su transformación.

Cabe resaltar aquí que, desde la concepción freiriana de la educación “los educandos van desarrollando su poder de captación y de comprensión del mundo que, en sus relaciones con él, se les presenta no ya como una realidad estática sino como una realidad en transformación, en proceso”[25], así algunas claves para la aplicación metodológica de la literatura militante como estrategia pedagógica en el proceso de construcción ético política del Trabajo Social, pueden resumirse en los siguientes aspectos:

  1. Principios metodológicos: Hacer uso de los principios de intersubjetividad y dialogo propuestos desde la educación popular como centro de la experiencia, y como la oportunidad de generar un conocimiento crítico y reflexivo; atendiendo así a la premisa de que todo conocimiento es un proceso colectivo donde “los sujetos se encuentran para la transformación del mundo, en colaboración”[26]. Así, se asume que quienes participan del proceso de enseñanza/aprendizaje están atravesados por sus contextos inmediatos, y por tanto en la capacidad de reflexionar sobre ellos.
  2. Papel de los participantes: Se asume desde una postura de horizontalidad, en el ejercicio de construirse mutuamente como parte de un proceso que es dialógico y reciproco, permitiendo que los educandos obtengan el protagonismo de los espacios académicos. Dentro de la experiencia en el aula, se procura motivar la participación desde de la confianza, las retroalimentaciones de los ejercicios escritos, y el apoyo en la construcción de los textos reflexivos.
  3. Elección de las lecturas: Se hace hincapié en el fomento de la lectura crítica, no solo de textos académicos que por el contenido disciplinar del Trabajo Social resultan en algunos momentos confusos, sino también de textos literarios que favorezcan la comprensión de los contenidos y lleven a la reflexión constante de los estudiantes, atendiendo al postulado freiriano de que “la verdadera lectura me compromete de inmediato con el texto, que se me entrega y al que me entrego, y de cuya comprensión fundamental también me vuelvo sujeto”[27]. Pasando inicialmente por un proceso de autocrítica que después se plasma en una reflexión escrita y finalmente se ubica en el plano de la discusión grupal favoreciendo como se dijo inicialmente los principios de intersubjetividad y dialogo.
  4. Proceso reflexivo: De acuerdo a lo anterior, la estrategia pedagógica inicia con la elección de la lectura de cuentos y poemas de los autores antes mencionados. Una vez adelantada esta elección, cada uno de los estudiantes deben de manera individual relacionar el texto con la realidad social y con los contenidos de las clases, y se sugiere propiciar encuentros cara a cara a través de un circulo de la palabra donde se lean las reflexiones, y se permita la retroalimentación del grupo. Metodológicamente, el ejercicio permite la problematización de la realidad social, puesto que, generalmente se normalizan sucesos y acciones de la cotidianidad, en tanto que no se reflexiona críticamente por lo que sucede en el contexto familiar, barrial y nacional. El ejercicio de lectura lleva entonces a “ejercer un análisis crítico sobre la realidad problema”[28] y a plasmarlo de manera escrita en textos creados por los estudiantes.
  5. Puesta en común: Por último, se resalta que los textos producto de la lectura y la reflexión reflejan el amor que los educandos otorgan al Trabajo Social y por supuesto a los lugares, personas, o comunidades a las que van dirigidos sus escritos, rescatando la premisa de que “el amor es un acto de valentía, nunca de temor; el amor es compromiso con los hombres”[29]. Una vez cada uno de los estudiantes socializan su reflexión, los compañeros de manera voluntaria adelantan comentarios y preguntas con el fin de propiciar una discusión amena en torno al tema abordado por la persona, permitiendo así el intercambio de ideas y el ejercicio colaborativo del conocimiento.

Este tipo de ejercicios que implican de entrada un proceso auto reflexivo para luego asumirse en una posición de construcción colectiva del conocimiento favorece en los estudiantes la definición de su proyecto ético político como futuros profesionales, pues conlleva a un ejercicio de introspección donde se cuestionan las motivaciones, se observan y analizan los contextos cercanos, con el fin de discutir con base a eso que se logra recabar allí. Sin duda, el escenario intersubjetivo enriquece la toma de posturas frente a los problemas y realidades sociales que son compartidos por el conjunto de estudiantes, lo que convierte a la literatura militante en una herramienta necesaria y poco documentada en la construcción de proyectos ético-políticos en Trabajo Social.

Al respecto, el resultado de la implementación de la literatura militante como estrategia pedagógica, muestra las habilidades de los estudiantes para conectarse con su realidad social y a partir de ello, escribir, narrar, denunciar aspectos de su cotidiano que los cuestiona, los interpela o los indigna, un paso necesario para la construcción de proyectos ético-políticos. A continuación, se presentan dos relatos construidos por estudiantes de Trabajo Social de cuarto semestre, producto de su propia reflexión en un ejercicio de puesta en práctica de la estrategia metodológica aquí narrada:

 

Mi querida obrerita

 

Mi querida obrerita

 Eres la voz del oprimido, la luz y vida del obrero, el silencio del miedo y la luz del ciego.

Mi querida obrerita

Sangre de una valiente guerrera, tu pueblo te espera, eres luz que libera.

 

Mi querida obrerita

No te detengas, aunque tus pasos sean dolorosos, con el tiempo serán victoriosos, pasos que siguen tus hijos hermosos que con el tiempo serán los más luminosos.

 

Mi querida obrerita

 ¿Por qué rendirte?

¿Por qué desmayar?

¿Por qué te entristeces?

 

Mi querida obrerita

 No decaigas en el camino, tu vida es nuestra única opción de acabar con la explotación.

 

Mi querida obrerita

 Me diste la vida me diste corazón, y las fuerzas de cambiar esta situación uniré a mi gente que le meta pecho y alma, y el día de mañana poder vivir con calma.

 

Mi pequeña obrerita

 Cargaste con cadenas, todo este tiempo, eres el corazón de esta revolución, y encontrar las llaves de esas cadenas será nuestra obligación.

 Gracias madre, gracias guerrera, gracias mi pequeña obrerita, tu vida dolorosa ha llevado a cambiar el futuro al que anhelamos llegar.

 

Mi querida obrerita

Tu lucha, es mi lucha, tu lucha, es nuestra lucha.

Mi querida obrerita ¡Resiste! La voz de nuestra razón, la grita nuestro corazón, es nuestra decisión, morir por esta ilusión.

Mi querida obrerita: Ellos quieren arrebatarte, el futuro anhelado que con esfuerzo has logrando.

 Angey Rincón

Cuarto Semestre

 

 

¿Somos?

 Somos la tejedura de otros que han dejado su legado, somos  los hiladores de la historia sagrada de nuestra gente, somos  el otro y una otra diferente la cual  diariamente  se enfrenta   a  su   realidad,  somos lo grande y lo  diminuto  dentro de lo real y lo irreal, somos una construcción de seres incapaces de dominar nuestro más escondido interior, una personalidad oculta que juega a favor y en contra de la razón.

 Un interior marcado por fuerzas anormales que quieren expresar lo que realmente sentimos. Pero que están atados a nuestros temores y miedos que se han creado en la sociedad. Ese miedo a enfrentarse con su propio yo, desconociéndose así mismo, sin identidad propia. Dejándose llevar por decisiones ajenas que logran desviarnos del camino deseado.

 Opiniones que alteran nuestros verdaderos deseos y crean en nosotros una infelicidad que causa daños no perceptibles e irreparables, somos como la luna y el sol. Esa transición en la madrugada que hace una combinación de dos diferencias, para ejemplificar, somos dos fuerzas una interior y una exterior. Solo tú decides lo que realmente deseas ser, el sinónimo de libertad o tener en tu conciencia el gran complejo de las ataduras.

 Julieth lucia leal Velasco

Cuarto Semestre

 

No vivimos para rendirnos. No nos rendimos cuando morimos.

 Sentado se encontraba Temístocles con un grupo de líderes afrodescendientes en una panadería popular. Era día de mercado en una pequeña población rural de Colombia. Para hacernos una idea, el día de mercado de ese momento no se compara con los días de mercado de la época de la bonanza cocalera. ¡Ah días aquellos!, -con nostalgia recordarán quienes aún tienen esa facultad-, en los que después de atiborrar la iglesia por una hora para la misa matutina de las diez de la mañana, había festín de putas y trago para todo el que quiera en cualquiera de la treintena de bares hasta el amanecer. Estoy seguro de que hasta el cura extraña esos días de tanta feligresía y de tanta devoción. Hoy en cambio, son unos cuantos pelagatos que no llenan dos de las magistrales bancas que se construyeron para la época.

 Pidieron una tanda de cervezas, bebida alrededor de la cual, como en las diversas culturas de la antigüedad, el néctar, la ambrosía, el vino, o para la nuestra, el chirrinchi, el arrechón o la chicha, sociológicamente permiten una apertura para el dialogo, el festejo o diversas ceremonias. En estas poblaciones, ameniza los negocios para cerrar pactos. En esta reunión, un tanto de alcohol, ayudaba a visionar una vida utópica de tranquilidad y prosperidad con más nitidez, a distensionar el habla y armonizar las posturas y los sentidos frente a las acciones ciudadanas: Yuber Balanta, un negro, alto, como de dos metros con quince centímetros, tenía la idea de la diversificación de cultivos, “-en una hectárea de tierra, podemos sembrar caucho, un injerto de naranja que es muy vendible, además de plátano y yuca”. Don Marcos, conocido como “Marcos bulla”, otro afro que se encontraba en la reunión, expresó que sería bueno hacer algo frente al proyecto de la represa río arriba: “-han llegado supuestos trabajadores con un ingeniero, nos reunieron, nos hablaron del proyecto y nos dieron para la escuela unas sillas y un videobean. Lo estrenaremos cuando tengamos energía”. Pero me preocupa que el río y la pesca dejen de existir.  Doña Rosa, la única mujer en el grupo, expresa:         “-Pidamos cuanto antes una brigada de salud, y la presencia del Defensor del Pueblo, en mi vereda hay casos de niñas embarazadas, y denuncian que es el ejército el que se está metiendo con las niñas.” Don Temístocles, o Temis, como cariñosamente lo llamaban, compartía a los demás líderes presentes que había radicado algunos reclamos por la falta de agua potable domiciliaria, la titulación de tierras del pueblo y la presencia de personas sospechosas en la vereda y el pueblo.

En el momento, la reunión es interrumpida por alguien que pasó por su mesa y amenazó:   -Ustedes la embarraron y ya saben que tienen que hacer…”

 Un silencio se apoderó de todos, las miradas hablaban que trataban de disimular el frío que pasaba por el interior de sus cuerpos, el frío que les congeló su espíritu y su aliento. No hicieron ningún movimiento abrupto o de reproche, pues no sabían de quién se trataba, ni de parte de quién venían esas palabras, o sí dentro del local habían más de ellos.  

 Esto sucedió hace varios años. De quienes estaban alrededor de la mesa don Temís fue asesinado, doña Rosa, ya acumula cuatro desplazamientos forzados. Y, los demás continúan con miedo, pero en todos es más grande el valor y el sentido de justicia.

 Desde la implementación de los acuerdos de paz hasta febrero de 2018 han sido asesinados 205 líderes sociales, campesinos y defensores de derechos humanos. Somos herederos de derechos de quienes dieron su sangre por ello. La palabra rendirse no existe en palabra verdadera, palabra de gente humilde, pobre, sin escuela, pero con vida para entregarla por los demás. 

 Javier Sánchez

Cuarto Semestre

Y aquí, la fotografía resumen de dos de las experiencias, donde el resultado fue la creación de un libro por curso, que reúne las reflexiones literarias elaboradas por los estudiantes, con base en la realidad social y la literatura militante explorada:

Imagen 1. Álvarez, Natalia (2018). Libros creados por los estudiantes en el marco de la experiencia pedagógica.

Conclusiones

El proceso de enseñanza/aprendizaje, exige la búsqueda continua de estrategias que permitan que el conocimiento sea tangible, cercano y reflexivo, en el caso del Trabajo Social, la literatura militante, resulta una herramienta optima en la consolidación de los proyectos ético políticos de los educandos, pues abre el abanico de posibilidades acerca de los valores sociales, las causas justas, la defensa de los derechos, la relación con los otros, que son además elementos integrales de la profesión. Es necesario que cada vez más, se exploren este tipo de textos en las diversas asignaturas que hacen parte los planes de estudio, incluyéndolos como parte de la bibliografía de los cursos. Al respecto, Zuleta sostiene que “en la universidad es necesaria una orientación revolucionaria a fondo que ponga en cuestión la forma de producción, de transmisión y de neutralización de conocimientos”[30], esto con el fin de romper con la educación bancaria y apostar por la formación de trabajadores sociales críticos.

Lo anterior fortalece el ejercicio de consolidación de los proyectos ético-políticos de los estudiantes, pues pone en tensión los aprendizajes con la realidad social, favorece el acercamiento con los contextos que resultan problemáticos y otorga a la reflexión un sentido crítico como el propuesto por Montaño:

el conocimiento crítico teórico no tiene poder para transformar la realidad por sí solo. El conocimiento no es directamente un arma, una herramienta para transformar la realidad. Pero cuando este conocimiento llega a las masas, cuando es apropiado por las masas de trabajadores, de los subordinados, el conocimiento puede convertirse en una herramienta potencialmente transformadora[31].

La literatura militante, ayuda de manera tangible en este propósito pues utiliza la palabra como fuerza vital en la construcción de nuevos escenarios posibles que generen transformaciones por pequeñas que sean en la cotidianidad de quienes se comprometen con sus realidades. Impulsa la reflexión consciente e invita a la acción, a la organización, a la lucha colectiva, invita a militar la profesión en sentidos concretos.

Finalmente, resulta clave acercarse a la teoría desde estas posturas para contrastar la academia con la realidad y tejer unos saberes profundos y contextualizados, invitando siempre a leer, a pensar, a denunciar, a desentrañar la memoria, a escribir como forma clave del proceso de enseñanza/aprendizaje, en palabras de Galeano:

Escribir, ¿tiene sentido? La pregunta me pesa en la mano.

Se organizan aduanas de palabras, quemaderos de palabras, cementerios de palabras. Para que nos resignemos a vivir una vida que no es la nuestra, se nos obliga a aceptar como nuestra una memoria ajena. Realidad enmascarada, historia contada por los vencedores: quizás escribir no sea más que una tentativa de poner a salvo, en el tiempo de la infamia, las voces que darán testimonio de que aquí estuvimos y así fuimos. Un modo de guardar para los que no conocemos todavía, como quería Espriu, “el nombre de cada cosa”. Quien no sabe de dónde viene, ¿cómo puede averiguar a dónde va?[32]

 

Bibliografía

Benedetti, Mario. El amor, las mujeres y la vida. Buenos Aires: Editorial Suramericana, 1995.

Cademartor, Fiorella i; Campo, Julia s; Seiffer, Tamara. Condiciones de trabajo de los trabajadores sociales, hacia un proyecto profesional crítico. Buenos Aires: Espacio Editorial, 2007.

Dominelli, Lena y Macleod. Trabajo Social Feminista. Bogotá: Revista de Trabajo Social, Universidad Nacional de Colombia, 2000.

Escobar, Arturo. Más allá del Tercer Mundo: Globalización y Diferencia. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2012.

Estrada, Jairo. “Configuraciones del capitalismo colombiano en la primera década del siglo XXI”. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2010.

Freire, Paulo. Pedagogía de la autonomía. Sao Paulo: Paz e Terra S.A, 2004.

Freire, Paulo. Pedagogía del Oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2005.

Galeano, Eduardo. Días y noches de amor y de guerra. Barcelona: Editorial Laia, 1983.

Guzmán, Adriana. “Descolonizar la memoria: Descolonizar el feminismo”. La Paz: Tarpuna Muya, 2019.

Montaño, Carlos. El Trabajo Social Crítico. Chile: Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, Volumen 5, número 2, 2019.

Montaño, Carlos. Hacia la construcción del Proyecto Ético-Político Profesional crítico. Costa Rica: XVIII Seminario Latinoamericano De Escuelas De Trabajo Social – ALAETS, 2004.

Mota, Aurea. Colonialismo y modernidad historización crítica de un debate, 102. En: Modernidad, Colonialismo y Emancipación en América Latina. Buenos Aires: CLACSO, 2018.

Red feminista antimilitarista. Observatorio de feminicidios Colombia. Disponible en: https://observatoriofeminicidioscolombia.org/

Sierra Tapiro, Juan Pablo. “Hacia la construcción de un Trabajo Social critico en Colombia”. Santiago de Cali: Editorial USC, 2019.

Subcomandante Marcos, Los otros cuentos. México: Red Chiapas.

Zuleta, Estanislao. Educación y Democracia. Bogotá: Editorial Planeta, 2016.

 

 

[1] Esta reflexión surge de un proyecto de aula en el marco de las asignaturas Paradigmas e intervención profesional y Derechos Humanos.

[2] Colombiana. Trabajadora Social, Magister en Ciencias Sociales de la Universidad de Caldas. Master 2 en Educación de la Universite Paris Est Creteil. Docente líder del semillero de investigación Esperanza en Marcha de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (UNIMINUTO). Contacto: natalia.alvarez@uniminuto.edu Registro ORCID: 0000-0002-3981-4090.

[3] El Trabajo Social ha presentado una discusión histórica en torno a su abordaje como disciplina o profesión. Para el caso del artículo se aborda como profesión, de acuerdo con la perspectiva crítica asumida. Para ampliar la discusión, revisar a Juan Pablo Sierra Tapiro, “Hacia la construcción de un Trabajo Social critico en Colombia”. (Santiago de Cali: Editorial USC, 2019) 23 – 37.

[4] Ibíd, 23 – 37.

[5] Ibíd, 76.

[6] Fiorella Cademartori; Julia Campos; Tamara Seiffer. “Condiciones de trabajo de los trabajadores sociales, hacia un proyecto profesional crítico”. (Buenos Aires: Espacio Editorial, 2007), 20.

[7] Jairo Estrada.Configuraciones del capitalismo colombiano en la primera década del siglo XXI”. (Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010), 502 – 503.

[8] Adriana Guzmán. “Descolonizar la memoria: Descolonizar el feminismo”. (La Paz: Tarpuna Muya, 2019).

[9] Red feminista antimilitarista. Observatorio de feminicidios Colombia. Disponible en: https://observatoriofeminicidioscolombia.org/

[10] Lena Dominelli y Eileen Macleod. Trabajo Social Feminista. (Revista de Trabajo Social, Universidad Nacional de Colombia, 2000), 202.

[11] Para ampliar la discusión sobre la feminización del Trabajo Social como profesión puede revisarse a Lena Dominelli y Eileen Macleod. Ibíd.

[12] Aurea Mota. Colonialismo y modernidad historización crítica de un debate, 102. En: Modernidad, Colonialismo y Emancipación en América Latina. (Buenos Aires, CLACSO, 2018).

[13] Ibíd, 102.

[14] Jairo Estrada. Configuraciones del capitalismo colombiano en la primera década del siglo XXI”. (Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010), 504.

[15] Arturo Escobar. “Más allá del Tercer Mundo: Globalización y Diferencia” (Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2012), 69.

[16] Carlos Montaño. “El Trabajo Social Crítico”. Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, Volumen 5, número 2, (Chile, 2019), 8 – 21.

[17] Carlos Montaño. “Hacia la construcción del Proyecto Ético-Político Profesional crítico”. XVIII Seminario Latinoamericano De Escuelas De Trabajo Social – ALAETS (Costa Rica, 2004), 7.

[18] En la versión Gramsciana de este concepto.

[19] Carlos Montaño. “El Trabajo Social Crítico”. Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, Volumen 5, número 2, (Chile, 2019), 8 – 21.

[20] Paulo Freire, Pedagogía del Oprimido. (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2005), 53.

[21] Ibíd, 60.

[22] Eduardo Galeano. Días y noches de amor y de guerra. (Barcelona: Editorial Laia, 1983), 116.

[23] Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida. (Buenos Aires: Editorial Suramericana, 1995), 43 – 44.

[24] Subcomandante Marcos, Los otros cuentos. (Red Chiapas), 23.

[25] Paulo Freire, Pedagogía del Oprimido. (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2005), 64

[26] Ibíd, 152.

[27] Paulo Freire, Pedagogía de la autonomía. (Sao Paulo: Paz e Terra S.A, 2004).

[28] Ibíd, 154.

[29] Paulo Freire, Pedagogía del Oprimido. (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2005), 72.

[30] Estanislao Zuleta. Educación y Democracia. (Bogotá: Editorial Planeta, 2016), 137.

[31] Carlos Montaño. “El Trabajo Social Crítico”. Revista Pensamiento y Acción Interdisciplinaria, Volumen 5, número 2, (Chile, 2019), 8 – 21.

[32] Eduardo Galeano. Días y noches de amor y de guerra. (Barcelona: Editorial Laia, 1983), 113.