Trenzar. Revista de Educación Popular, Pedagogía Crítica e Investigación Militante
Nº9, Año 5, enero – junio 2023: 55-71
Red Trenzar: Santiago de Chile
ISSN (online) 2452-4301
ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN
Sistematización de experiencias: trabajo, organización y educación popular desde y con les jóvenes
Sistematização de experiências: trabalho, organização e educação popular de e com jovens[1]
Verónica Elizabeth Becerro[2]
Alida Dagnino Contini[3]
Recibido: 04 de octubre de 2022 / Aceptado: 17 de enero de 2023
Resumen:
El presente artículo indaga sobre el proceso de sistematización de experiencias realizado con jóvenes de una organización social en el contexto de la pandemia del COVID-19. En un principio, las autoras relatan desde dónde escriben y caracterizan al Espacio de Niñeces y Juventudes de la organización Frente Popular Darío Santillán – Corriente Plurinacional. Luego, explicitan un problema surgido al interior ENyJ como origen de la propuesta de sistematización. En un tercer momento, desarrollan el proceso de sistematización de la experiencia y sus resultados. Finalmente, recuperan algunas reflexiones al calor del proceso de trabajo, cuyas conclusiones exponen la posibilidad de retomar la sistematización de experiencias con jóvenes como una instancia para problematizar los vínculos intergeneracionales y la apuesta por compartir el oficio de investigar como un aprendizaje dentro de las instancias formativas planificadas al interior de organizaciones populares y como un posible trabajo a realizar como contraprestación de los programas sociales.
Palabras claves: sistematización de experiencias, jóvenes, trabajo, movimientos sociales, educación popular.
Resumo
Este artigo investiga o processo de sistematização de experiências realizadas com jovens de uma organização social e popular de base no contexto da crise sociossanitária desencadeada pela pandemia de COVID-19. Inicialmente, as autoras contam de onde escrevem e caracterizam o Espaço Infantil e Juvenil da organização Frente Popular Darío Santillán – Corriente Plurinacional. Em uma segunda parte, explicam um problema que surgiu no Espaço como origem da proposta de sistematização. Em um terceiro momento, desenvolvem o processo de sistematização da experiência e seus resultados: os desafios e as estratégias pedagógicas que o Espaço produziu em as cidades de Berisso y La Plata (Buenos Aires) no contexto da pandemia de COVID-19. Por fim, recuperam algumas reflexões no calor do processo de trabalho reconstruído e analisadas ao longo do artigo, cujas conclusões expõem a possibilidade de retomar o trabalho de sistematização de experiências com jovens como instância para problematizar vínculos intergeracionais e o compromisso de compartilhar a profissão de pesquisador como uma aprendizagem possível dentro das instâncias formativas planejadas em organizações populares e, da mesma forma, como um possível trabalho a ser realizado como compensação pelos programas sociais percebidos por grande parte dos militantes que compõem as organizações populares na Argentina.
Palavras chave: sistematização de experiências, jovens, trabalho, movimentos sociais, educação popular.
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Introducción
Este trabajo surge a partir de una serie de acciones, discusiones y reflexiones acaecidas durante el segundo año de la crisis socio-sanitaria desatada a partir de la transmisión del virus SARS-CoV-2[4], en el marco del Espacio de Niñeces y Juventudes (ENyJ) que funciona en el Frente Popular Darío Santillán – Corriente Plurinacional (FPDS-CP). Durante ese período, el ENyJ definió realizar un proceso de relevamiento respecto de los principales desafíos enfrentados durante la primera parte de la pandemia por sus integrantes y las estrategias construidas en pos de atravesar el citado contexto, tarea tomada por el Área de Formación (AF) del mismo. En un principio, los fines del trabajo tuvieron raíces pragmáticas: indagar y poner en común los obstáculos a enfrentar y reconstruir las estrategias colectivas configuradas. Sin embargo, luego recuperamos la importancia de que este trabajo no sea netamente descriptivo y/o de relevamiento de datos aislados, sino que además pueda contribuir a pensar en nuestras propias dinámicas de organización y de trabajo. La definición colectiva fue, entonces, la de hacer una sistematización de experiencias (Jara, 2008) junto con les[5] jóvenes, proceso que conllevó instancias de enseñanza y aprendizaje sobre el oficio de investigar desde una organización social y popular.
El presente trabajo estará organizado en cuatro bloques: en un principio, para contar desde dónde escribimos las autoras, caracterizaremos el contexto en el que surge esta experiencia, es decir el ENyJ, dentro del FPDS-CP. En una segunda parte, se explicitará un problema-demanda surgida al interior del espacio como origen de la propuesta de sistematización. En un tercer momento, se desarrollará el paso a paso del proceso investigativo. Finalmente, se recuperarán algunas reflexiones al calor del proceso de trabajo reconstruido y analizado a lo largo del artículo.
¿Desde dónde escribimos?
La organización
El FPDS-CP[6] es una organización social, política y cultural cuyos orígenes se remiten al movimiento piquetero con raíces en los Movimientos de Trabajadores Desocupados autónomos (MTD) surgidos en los años ‘90[7] en Argentina. Sobre esa base y luego del estallido social a causa de la crisis[8] profundizada en los años 2001 y 2002, surge en el 2004, el armado de una coordinación multisectorial y federal en la que confluyen organizaciones autónomas de estudiantes, trabajadores asalariades, artistas, educadores populares, entre otres, que rechazaban los procesos electorales, reivindicaban el trabajo territorial-local y la asamblea como lugar desde donde gestar la política y tomar decisiones (Svampa y Pereyra, 2003). Este espacio, será luego caracterizado por algunes autores como “Nueva Izquierda” (Mazzeo, 2004; Casas, 2011) o “izquierda independiente” (Nicanoff, 2014; Zeta, 2014). El mismo, creó “áreas de trabajo” y “espacios” con tareas particulares dentro de la organización. Desde sus inicios funcionó un espacio diferenciado denominado “Espacio de jóvenes” que promovió la organización de la juventud, a partir de talleres de formación-educación en oficios, de cultura, recreación y comunicación (ver Alainez, Fajardo y Sacco, 2008; Alainez y Fajardo, 2009). Para promover la federalidad de la organización se realizaban instancias nacionales donde se participaba desde todas cada región del país: “plenarios nacionales”, “campamentos de formación política” y “campamentos de jóvenes” (Díaz Lozano, 2018). Desde aquellos momentos, ya estaba el interés y la necesidad creada de sistematizar las experiencias como organización y de crear materiales educativos, en función de varios aprendizajes acumulados a partir de encuentros y talleres (Fajardo, 2019).
El Espacio de Niñeces y Juventudes
El Espacio de Niñeces y Juventudes (ENyJ) del Frente Popular Darío Santillán – Corriente Plurinacional retoma los protagonismos juveniles a lo largo de la historia de Nuestramérica: la reforma universitaria en Argentina; la lucha de les estudiantes en Chile; el Cordobazo; les estudiantes de Ayotzinapa, las luchas por el boleto estudiantil y les desaparecides; la lucha contra el gatillo fácil y los femicidios, el surgimiento del movimiento Ni Una Menos y la lucha por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Se ha construido con una fuerte impronta anti adultista que aboga por construir espacios de co-participación infanto-juveniles (Cussiánovich, 1997; Duarte, 2012) en tanto niñes y jóvenes sean protagonistas de sus vidas y reconocides como productores (y no meres reproductores) de la cultura, problematizando las instancias en las que la afirmación de “lo adulto” significa la negación e impugnación de “lo niño” (Morales y Magistris, 2018).
Actualmente, el ENyJ realiza propuestas socio comunitarias de intervención social desde las perspectivas de la educación popular y de la promoción de los derechos humanos con niñeces y juventudes en las ciudades de Berisso y La Plata (Provincia de Buenos Aires). En Berisso se desarrolla el taller infantil “Carlos Lebed” en el barrio Villa Progreso; y múltiples talleres de oficios y de exploración artística en el Centro Cultural y Educativo Mansión Obrera en el barrio Nueva York. En La Plata, se realiza un taller de arte en el Centro Social, Político y Cultural Olga Vázquez (ubicado en el centro de la ciudad), al que se acercan jóvenes de los barrios de Ringuelet, Romero, San Carlos y Villa Nueva, entre otros. El ENyJ también lleva a cabo -desde noviembre del 2021- un proceso de formación de futures talleristas, solicitado por el Sector Territorial[9] de la organización, en los barrios platenses de Puente de Fierro, Altos de San Lorenzo y Altos del Sol. Este sector argumentaba que en los comedores de aquellos barrios no había propuestas para jóvenes y/o niñes y, paralelamente, compañeres con intenciones de trabajar en ello. La propuesta se debatió en sucesivas reuniones y se consensuó que la formación de formadores sería una manera de compartir la experiencia propia para “expandir el espacio” y “convidar toda la experiencia que acumulamos” a les compañeres de las cooperativas, los comedores y los productivos (Memoria 5.5.2021).
El ENyJ está organizado en áreas de trabajo en función de tareas específicas que, en el marco de acuerdos surgidos de plenarios y asambleas, se construyeron como agendas de intervención social: las áreas de administración y finanzas, el área de formación y el área de acompañamiento. De las mismas, centraremos nuestra atención en el Área de Formación (AF), creada a partir de la necesidad colectiva de construir materiales educativos propios, instancias de formación interna y de promover procesos de sistematización de la experiencia organizativa. Surge recuperando las raíces del FPDS-CP respecto de la formación política de base y para retomar el ejercicio de sistematización de la experiencia que se venía realizando desde varios espacios de la regional La Plata-Berisso-Ensenada.
En el año 2019, el AF se rearma con el objetivo de sostener espacios de formación sobre el trabajo con niñes y con jóvenes y la elaboración de materiales educativos tendientes a plasmar la experiencia colectiva y los saberes acumulados en producciones físicas que nos permitieran también su circulación. Durante el año 2020, y desde el advenimiento de la pandemia mundial, las organizaciones sociales y políticas con fuerte inserción territorial desarrollaron estrategias colectivas para paliar las múltiples vulneraciones de derechos que se perpetraron y/o profundizaron (Canevari, 2022). El ENyJ reversionó sus tareas a partir de la definición de la organización de elaborar un plan de contingencia mediante la conformación de comisiones de emergencia con acciones concretas de asistencia e intervención sociocomunitaria. En el 2021, ya con protocolos de cuidados más afianzados, retomamos las tareas para las cuales había sido pensada el AF, definiendo realizar la sistematización de la experiencia de trabajo con jóvenes durante la pandemia. Volvía entonces a plantearse en la escena el desafío de significar como trabajo a tareas vinculadas a la reflexión sobre la práctica, a la producción de saberes, a la sistematización de experiencias, a la investigación.
Jóvenes trabajadores
Una de las situaciones acontecidas, un tiempo antes de la pandemia, aunque profundizado durante la misma, que se construyó como problema al interior del ENyJ, tuvo que ver con que, en un contexto de profundización de una crisis de larga data en el país que había encontrado sus picos más altos de precarización juvenil en el año 2017 (Busso y Pérez, 2016; Busso y Longo, 2017), las juventudes reforzaron -durante los años subsiguientes- su condición de sector demandante de empleo. El problema no era ya (como en otros momentos de crisis en el país) la desocupación, puesto que aparecían ocupaciones posibles y remuneradas para jóvenes. Lo problemático era que todas las ofertas y posibilidades se encontraban por fuera del circuito formal y regular del trabajo. En ese contexto, sucedieron dos hechos: les jóvenes (con una trayectoria de participación en los talleres de 3 a 10 años según el caso) empiezan a mostrar interés por algunas tareas vinculadas a la coordinación de los talleres; en paralelo, y después de un plan de lucha extendido llevado a cabo por organizaciones del arco piquetero, se abre la posibilidad de realizar nuevas cargas al programa Potenciar Trabajo[10] (PT) desde el Ministerio de Desarrollo Social de Nación. Las organizaciones sociales piqueteras autodefinidas como “de izquierda popular” o “de base”, desde hace varios años, construyen y desarrollan un trabajo alrededor de los planes sociales desde algunas consignas-clave que echan unas primeras luces en relación a las dinámicas laborales a las que apuestan: “cooperativas sin punteros” y “trabajo autogestivo y sin patrón”. Esto tiene asidero en la idea de que la organización autogestiona sus recursos: lucha para su obtención y construye el sentido de los mismos, proponiendo formas alternativas de trabajarlos. Desde el ENyJ, decidimos, a partir de la demanda consolidada los años previos a la pandemia, iniciar la incorporación de estes jóvenes como trabajadores del mismo. En ese proceso, la propuesta inicial fue construida a partir de ciertos pisos de consensos en relación a lo que implica el trabajo de une tallerista, en tanto educadore popular, cuya tarea es la de alguien que
Debe intervenir desde la presencia y el compromiso en territorio (…) que piensa la dimensión material e intelectual: lo material como todo lo que se necesita para que el taller suceda (materiales, comida, recursos); y lo intelectual como la planificación y la posibilidad de generar un lineamiento de cómo llegar hacia ese horizonte que se propone en base a una plataforma político-pedagógica (Cartilla de elaboración propia, ENyJ 2019).
Como el ENyJ estaba conformado en áreas, cada joven que se incorporaba elegía el área del que quería participar. En el marco de un plenario general, hicimos un recorrido exhaustivo por cada una de ellas, con posibilidad incluso de transformarlas en sus funciones y tareas a partir de los consensos colectivos que se suscitaran. Un grupo de jóvenes se incorporó al AF, a través de la carga de nuevos PT, y emprendimos el camino, no sencillo, de convidar formas del trabajo que escapaban y/o cuestionaban, a nivel general, lo que les es ofrecido a jóvenes de sectores populares como trabajo (Nougues, 2019); pero, en particular, lo que el programa social les solicitaba como contraparte.
El primer obstáculo que surgió en relación al funcionamiento interno del área tuvo que ver con la tarea o el trabajo a desarrollar. A diferencia de las otras áreas del espacio, la de formación tenía como particularidad la autogestión de la tarea. No porque no la tuviera, sino porque al comienzo no estaba tan claro cuál era el trabajo a realizar, sobre todo para quienes eran incorporaciones recientes. Entonces, partimos de realizar un diagnóstico inicial que nos permitió tener una fotografía de cómo el espacio funcionaba para identificar posibles conflictos y/o complejidades sobre las cuales nos interesaría indagar, reflexionar e intervenir. La primera parte fue sostenida a partir de un árduo proceso de formación interno en el que se generaba un diálogo de saberes (Torres Carrillo, 2011) entre quienes formábamos parte del ENyJ desde hacía mucho tiempo y quienes eran recientes incorporaciones, método a través del cual se fue combatiendo aquél primer obstáculo.
El segundo obstáculo, aunque tuvo su versión situada, fue la crisis desatada por la ya mencionada pandemia y el consecuente aislamiento social, preventivo y obligatorio que trajo aparejadas múltiples complicaciones en forma de vulneraciones de derechos, aumento de las violencias, incremento de la desigualdad social, sobrecarga laboral, todas dimensiones que afectaron directamente a la producción y a la reproducción de las vidas. En el camino hacia la concreción de objetivos y de las formas elegidas para desarrollar un trabajo, nos tocó enfrentar una pandemia y, con ella, la alteración cuasi total de las condiciones de vida de les integrantes del espacio, y la necesidad de definir hacia dónde avanzar y en relación a qué, puesto que las prioridades se habían trastocado. En ese contexto, desde gran parte de las organizaciones sociales y populares, y en particular desde el FPDS-CP, reflotamos los mercados populares, los repartos de alimentos para paliar la situación de las familias con trabajos precarios e informales, conformamos mesas de acción territorial interinstitucional. Desde allí se armaron materiales, campañas para difundir información socio-sanitaria, de bioseguridad y de prevención de la violencia de género. Sumado a ello, se conformaron redes solidarias de trabajo para difundir los emprendimientos autogestionados por les jóvenes para aportar desde allí al sostenimiento de sus estrategias de supervivencia. Las actividades que quedaron por fuera de las “tareas esenciales” delineadas por el Gobierno Nacional, como talleres con niñes y con jóvenes, como las clases de los bachilleratos populares y las actividades artístico-culturales (con las muchas otras tareas que se sostienen pero que están invisibilizadas), tuvieron que ser reversionadas con la imposición de la virtualidad como principal herramienta y el desconocimiento de las condiciones inexistentes para su ejecución real (Dagnino et al, 2021).
Sobre el proceso de sistematización con jóvenes
Como mencionamos con anterioridad, durante el año 2021 nuestro trabajo puso el foco en mirar qué estrategias y desafíos habían aparecido frente al trabajo de coordinación de talleres con niñes y jóvenes. En ese sentido, definimos que el eje a sistematizar sea “la experiencia con juventudes en pandemia, haciendo foco en las estrategias pedagógicas que nos dimos y en los desafíos” (Memoria 7.4.2021). Como consta en una de las memorias de reunión del AF: “Creemos que esto puede contribuir a repensar nuestras prácticas, ya que muchas veces estamos de acá para allá o debatiendo mucho cuestiones operativas, y hacer un racconto de todo lo trabajado nos puede servir para generar nuevas preguntas, traer debates a la asamblea de jóvenes, pensar líneas futuras e identificar cosas a mejorar” (Memoria 29.04.2021).
Enmarcamos nuestro análisis en la sistematización de experiencias educativas, en tanto manera particular de investigar, generada desde la educación popular en América Latina, y que comparte sus compromisos en torno a la transformación social. Entendemos que la sistematización es un proceso de producción de conocimiento con carácter participativo sobre prácticas educativas o de acción social, que busca confrontar múltiples voces en un texto “polifónico” y combinar la descripción densa y la interpretación, como dos caras de un mismo proceso (Messina Raimondi, 2005). A partir de la reconstrucción narrativa y la interpretación crítica de las dimensiones, sentidos y racionalidades que constituyen la experiencia, busca potenciarla y contribuir a la teorización del campo temático en la que se inscribe (Torres Carrillo, 2021).
En principio, realizamos una revisión de las memorias[11] del ENyJ del período 2020-2021 para identificar las problemáticas que se discutían respecto del trabajo que les integrantes realizaban en los distintos barrios. Esa revisión llevó a establecer las siguientes categorías: virtualidad, situación socioeconómica, corporalidad, incorporación de jóvenes al ENyJ, precarización del trabajo y educación popular. Con las mismas a mano, se realizaron 6 entrevistas “en parejas, porque algunas jóvenes no se animaban solas” a talleristas. Estas fueron desgrabadas y luego, como se expresa en una de las memorias del AF, “nos juntabamos a releer los avances. Eso como proceso está bueno resaltarlo” (Memoria 4.6.2021). Las preguntas realizadas retomaron dos ejes, con el criterio de que les entrevistades tuvieran una trayectoria de, al menos, dos años en el ENyJ: 1) ¿Cuáles fueron los desafíos del trabajo con jóvenes en pandemia? 2) ¿Qué estrategias nos dimos para sortear o transitar esos desafíos?
Las entrevistas desgrabadas y las memorias conformaron un corpus en el que cada pieza fue fragmentada en unidades de codificación para su agrupamiento en función de las categorías previamente mencionadas y otras categorías emergentes (vínculo con la organización y el territorio; funcionamiento del espacio; formas de ser joven) a partir de las cuales buscamos coincidencias y singularidades, identificamos núcleos temáticos e intentamos establecer reflexiones hacia el interior del equipo. La interpretación fue plasmada en un documento, en el que se buscó expresar síntesis y afirmaciones resultantes de cada categoría y de las principales respuestas a las preguntas formuladas, como se afirma en la memoria del 2.7.2021.
Para la definición, realización y puesta en común de cada parte del proceso, nos reunimos durante 2021 una vez por semana de forma intercalada: un encuentro presencial y uno virtual. En estos encuentros se dividían las tareas entre los integrantes del AF: realizar entrevistas, desgrabar entrevistas, realizar revisiones de memorias, recortar fragmentos correspondientes a cada categoría, y, en ese marco, se compartían las dificultades que iban apareciendo en el proceso de realización del trabajo. En muchas ocasiones, las reuniones de discusión se focalizaron en la lectura de los avances del equipo y la discusión de los mismos poniendo en juego los saberes del equipo sobre el estar y habitar el territorio, sobre lo que decían las entrevistas y las memorias; en otras, organizamos formaciones sobre sistematización y compartimos saberes sobre cómo se podía realizar una entrevista y cómo se podían codificar datos. Con respecto a las formaciones, una de ellas fue destinada a la lectura de fragmentos del libro “La sistematización de experiencias. Práctica y teoría para otros mundos posibles” de Oscar Jara (2008), permitiéndonos reflexionar sobre cómo investigar puede ser un trabajo posible en organizaciones sociales y sobre cómo les jóvenes podían desempeñarse como educadores populares y constructores de conocimiento.
Corporalidad y virtualidad como desafío y estrategia
De la sistematización realizada como AF del ENyJ en este trabajo recuperamos una síntesis de los resultados más relevantes en torno a dos de las categorías originales: virtualidad y corporalidad, por ser las que más desarrollo tuvieron y más debates generaron. En el momento en que realizamos el proceso de sistematización, pensamos que un informe como producto final podría constituir un aporte interesante en distintos ámbitos y con distintas intencionalidades: para debatir hacia adentro del ENyJ, en formato conversatorio; para compartir estos debates con otros sectores y espacios de la organización; y como insumo para compartir a otras organizaciones sociales que trabajan con jóvenes e intercambiar experiencias de cómo transitamos el trabajo para y con juventudes (Memoria 24.4 2021). Nos quedó pendiente la formulación de este informe, aunque logramos confeccionar un documento en el que se presenta la síntesis de cada categoría codificada, el cual fue primordial para los intercambios ocurridos en las asambleas del ENyJ posteriores al proceso y también para la redacción de este trabajo.
En cuanto a la primera categoría, virtualidad, encontramos que los principales desafíos fueron el casi nulo acceso a internet y a dispositivos electrónicos. Los tiempos y las posibilidades para comunicarnos y desarrollar procesos educativos fueron distintos y desiguales respecto de otros sectores sociales. La pregunta sobre la circulación de la información, y sobre quiénes acceden a ella, reconociendo desigualdades de acceso, fue de las principales leídas en las memorias y entrevistas. Como afirma una integrante del Taller Carlos Lebed:
al arrancar la cuarentena caímos en la cuenta de que ningune de les jóvenes tenía celular e internet para comunicarse y a su vez nosotres teníamos celulares propios, pero no en el mejor estado, y a eso se le sumaba la falta de internet en nuestros hogares, lo que hizo que durante un tiempo tengamos que pausar nuestras reuniones ya que no teníamos ni siquiera las herramientas básicas para comunicarnos entre nosotres (Taller Carlos Lebed. Septiembre, 2021).
En relación a estos problemas, fueron diversas las estrategias que encontraron les talleristas del ENyJ para abordarlos. En primer lugar, se realizaron encuestas y formularios para conocer la situación de les jóvenes destinataries de los talleres (en relación a lo económico, lo laboral, la conectividad, entre otras cuestiones). El taller del Olga, a partir de los resultados de la encuesta, intentó reanudar los encuentros a través de videollamadas. Según les talleristas, facilitaron “lo que estuviera a nuestro alcance, como el saldo para el celular, porque contábamos con algunos fondos; y, sin embargo, no logramos conectar ni con un cuarto del taller” (Taller Olga Vázquez. Septiembre, 2021). En segundo lugar, se realizaron desde el mismo taller y por Mansión Obrera talleres por Whatsapp con el objetivo de producir materiales para una campaña comunicacional que buscaba exigir más becas y elevar los estipendios para les jóvenes inscriptes en el programa Envión[12]. En el Taller Carlos Lebed, les talleristas realizaron podcasts destinados a estes jóvenes, mientras sostuvieron la comunicación por WhatsApp con elles y con sus familias. En tercer lugar, se crearon estrategias que intentaron llevar el taller a las casas de les jóvenes, Mansión Obrera desde las “Cajitas mansioneras” y el Taller del Olga desde las “Bolsitas”. Se trataba de propuestas educativas y artísticas que llegaban a las casas de les jóvenes en forma de materiales para realizar actividades siguiendo las instrucciones de videos tutoriales realizados desde la coordinación. Como afirma una integrante de Mansión Obrera:
la propuesta que llevamos estuvo muy piola porque fue no quedarnos en el molde, sino pensar una alternativa. Una alternativa construida colectivamente que pensamos que le podía gustar a todes, buscamos formas de garantizar los materiales que necesitábamos, con donaciones, con lo que sea. [Las cajitas] nos permitieron un acercamiento aunque sea a poder charlar con elles casa por casa, y también no cortar la propuesta educativa que venimos haciendo (Mansión Obrera. Septiembre, 2021)
En cuarto lugar, y para trabajar el vínculo entre les jóvenes participantes de los talleres y trabajadores del ENyJ, se creó un grupo de WhatsApp y se pensó también una instancia presencial como formación para todes les jóvenes que se habían sumado recientemente al ENyJ.
Con respecto a la segunda categoría, que inicialmente llamamos la “no corporalidad”, identificamos que los desafíos principales tenían que ver con el sostenimiento del contacto (pese a la distancia geográfica y a la restricción de contacto físico), y a la forma de participación en asambleas (que habían pasado a ser virtuales). En relación al primer desafío que mencionamos, el hecho de dejar de realizar una actividad en la que todos los cuerpos se encontraran en un espacio físico implicó la invisibilización de actitudes, emociones y de estados de ánimo de les participantes. En relación al segundo desafío, la virtualización de los espacios de debate ocasionó que las participaciones se significaran en tanto “conexión” únicamente, lo cual afectaba la fluidez de las reuniones y las tomas de decisiones que se debían realizar.
En relación a las estrategias vinculadas a esta categoría, las mismas consistieron en la participación en el Programa Jóvenes y Memoria[13] de forma virtual por parte de las talleristas, y el acercamiento a las casas de les jóvenes con materiales educativos brindados por el Programa. Asimismo, se implementó la estrategia de modificar las reuniones del ENyJ: no serían todas virtuales, sino que se realizarían de forma intercalada, en línea y de manera presencial.
Luego de revisar las estrategias y desafíos suscitados a partir de estas dos categorías, y un tiempo después de dar por finalizado el proceso de sistematización, quienes escribimos consideramos que las dos se constituyeron como dimensiones problemáticas frente a un mismo escenario, expresado en el detenimiento de la tarea de tallerista frente a las condiciones materiales consecuencias del ASPO, en el cual se intentó romper con el aislamiento entre pares y la fragmentación de lazos al interior de los espacios educativos.
Al decir de Ines Dussel (2020), el reemplazo de la “domicialización”, en nuestro caso de los talleres y reuniones, por un espacio virtual, supuso una instalación de éstos en el ámbito doméstico. Así, la virtualización significó para talleristas y participantes de talleres, como afirman también otres autores, un cambio rotundo en la formulación y presentación de las propuestas educativas, los modos estar y de coordinar, los vínculos afectivos, la participación y el espacio-tiempo educativo (Narodowski y Campetella, 2020; Mengascini et al, 2022). Afrontar la modalidad virtual, la modalidad híbrida, el encuentro individualizado “casa por casa” o en grupos reducidos y rotativos, nos desafió a generar otros modos de jugar, pintar, mirar, escribir, hablar y escuchar diferentes a los que ocurrían en los talleres y asambleas continuas y presenciales, en donde los comentarios y preguntas que usualmente sucedían allí, ayudaban a “seguir conversando” y habilitaban una “palabra [que] está abierta para ser balbuceada” (Brailovsky, 2020: 55)
Siguiendo a Virasoro e Isla (2021), esto nos llevó a construir y resignificar nuevos territorios desde la virtualidad, poniendo en juego y desplegando nuestra creatividad en el diseño de herramientas previamente explicadas, que permitieron la intervención de les trabajadores del ENyJ. Comprender los territorios desde esta perspectiva, superando el ámbito geográfico y físico, invita a problematizar aquello que en un principio llamamos “no corporalidad”, para reconocer que sí estaban pero de otras formas, para identificar otras espacialidades donde se desarrolla la dinámica de lo social, mapeando el territorio desde la trama de relaciones existentes, desde la experiencia sensible de las personas y comunidades; “y para esto es necesario considerar la virtualidad también como parte del territorio socialmente construido y como campo de disputas y de potencialidades” (Virasoro e Isla, 2021: 82). Esta reconfiguración del trabajo territorial llevó, siguiendo a las autoras, a intervenir desde “el acompañamiento a las diferentes situaciones, intentando sostener el lazo, el vínculo (…) El poder llegar de alguna forma, mediante la tecnología o mediante un material concreto con presencia donde es posible” (Virasoro e Isla, 2021:75). En síntesis, consideramos que a partir de la virtualización de los vínculos y los encuentros “casa por casa” logramos sostener los lazos afectivos, reconstruyéndolos y ampliando nuestra noción de territorio y de corporalidad, anclándola en la experiencia y en las relaciones sociales diversas que allí suceden.
“Parar la pelota”: reflexiones sobre el co-protagonismo juvenil en la investigación
La pandemia producida por el COVID-19 instauró un período de crisis en múltiples dimensiones de la vida. En un marco de incertidumbre las tareas de cuidado y reproducción de la vida cobraron de repente una urgencia inédita, otorgando una gran visibilidad a las organizaciones sociales que respondieron como pudieron apelando a las solidaridades y redes comunitarias construidas en años de militancia. Sin embargo, contrario a lo que podría pensarse, este período inauguró también una gran necesidad de repensar las prácticas militantes establecidas ante un contexto desconocido. Como decía una integrante del Taller Carlos Lebed, la pandemia nos obligó a “parar la pelota” y repensar a fondo nuestras formas de construir con jóvenes en los barrios.
En este contexto, decidimos convertir a la pandemia en una oportunidad e invitamos a les jóvenes a ser co-protagonistas de este “parar la pelota”, en el marco de un proyecto que veníamos cocinando dentro del ENyJ hacía ya un tiempo. Esta propuesta pretendía ir además a contrapelo de la forma en que veíamos que se estaban consolidado discursos sobre las juventudes en la pandemia. Les jóvenes de sectores populares suelen ser objeto de estudios de grado, de posgrado, aparecen en los medios de comunicación, en muchas ocasiones como excepciones a la regla de la desigualdad: brillantes jóvenes que -pese a estar privades de su libertad, vulnerades en sus derechos, viviendo vidas indignas- “lograron alcanzar el éxito”. Eses mismes jóvenes, paradójicamente, en la mayoría de los casos, no tienen voz o intervención directa: son citades, expuestes, exhibides, hablades por otres. En el contexto de la pandemia, fueron las voces de las juventudes -y también de las niñeces- las últimas en ser recuperadas (Pesclevi, 2020). En contexto de esa invisibilidad e inutilidad impuesta a este sector, algunas organizaciones sociales desarrollaron procesos de investigación acción participativa, desde la perspectiva del co-protagonismo de niñeces y juventudes (Valenzuela, 2019). Fue el caso del ENyJ, el cual emprendió el desarrollo de sistematización de la experiencia para repensar y resignificar el trabajo de les jóvenes que se integraron al mismo desde otros roles posibles.
El proyecto de sistematizar la experiencia con el co-protagonismo de les jóvenes implicaba cuestionar la legitimidad y las fuentes del saber, incorporando saberes prácticos y de la propia experiencia de les jóvenes en diálogo con saberes del oficio de investigar. Los saberes que producimos mediante investigaciones situadas y militantes conllevan un trabajo relacional y dialógico que debe circular para lograr legitimar demandas, construir proyectos, pedir fondos en algunas situaciones, producir política pública y mover sentidos sociales en relación a ciertos ejes temáticos, entre otras. De ahí la importancia de preguntarnos una y otra vez cómo valorizar los saberes que se producen por fuera del ámbito universitario. A veces esta validación está automatizada por el contexto de producción de los saberes, mientras que en otras ocasiones la intención de la validación es fuertemente cuestionada por les mismes sujetes de investigación en tanto que se les recupera como sujetes que deben poner el cuerpo para que otres pongan las palabras. En uno de los encuentros que relata Virgina Manzano en el marco de una experiencia de extensión universitaria con habitantes de San Francisco Solano (Quilmes), una de las vecinas con las que conversaron sobre los procesos de toma de tierras y defensa de la vivienda, le dijo: “siempre el asentado aparece poniendo el cuerpo y nunca la cabeza” (2019: 84). La interpretación tenía que ver con la separación entre mente y cuerpo y su uso diferenciado en función del contexto: “ese evento nos ayudó a pensar hasta qué extremo estábamos sumidos en ciertas modas intelectuales, que acentuaban la cuestión del cuerpo, la afectividad, en detrimento del proyecto y la racionalidad” (2019: 84). De igual modo, desde este proceso de sistematización de experiencias con jóvenes, recuperamos la importancia de la reconfiguración simbólica y experiencial del trabajo desde su propia mirada. La producción de saberes no es cerrada ni uniforme, es abierta y multiforme y esto implica que necesariamente sea revisada de manera regular. Como afirma Boaventura De Sousa Santos (2006), mucho de lo que “no existe” en nuestra sociedad o está invisibilizado, es producido activamente como no existente o invisible. Esto es parte de la labor de la ciencia hegemónica: reducir la realidad a lo que existe, a lo que se nombra o a lo que aparece escrito. La búsqueda al escribir sobre y desde las experiencias locales invisibilizadas por la ciencia hegemónica es la de apropiarnos críticamente de ellas y compartir con otres los aprendizajes (De Sousa, 2006).
Pensamos que la investigación realizada por militantes de organizaciones sociales puede ser pensada desde la noción de investigación militante (Parra, 2021; Botero 2012) para reconfigurar relaciones de poder intergeneracionales, “construir conocimiento, producir información útil para la transformación de las personas, de sus subjetividades, de sus organizaciones y de la sociedad” (Parra, 2021:58). En este sentido, la sistematización de experiencias (Jara, 2008) como metodología nos invitó a teorizar desde y para la práctica, lo cual nos requirió construir un proceso educativo desafiante en el que hicimos dialogar distintos saberes, entre ellos algunos vinculados al oficio de investigar, como ya dijimos, y otros vinculados a la experiencia del hacer, de la trayectoria en la organización, del conocer el territorio, del ser joven, del ser militante. Aquello nos deja la puerta abierta para reivindicar aquel camino de teorización mediante la sistematización de experiencias que las organizaciones sociales muchas veces solemos tener; pero que, al decir de Claudia Korol (2022), ante nuestras prácticas político pedagógicas en espacios precarizados y atravesados por urgencias, solemos dejar como pendiente.
“Parar la pelota”, en el EJyN significó aprovechar para reflexionar sobre la práctica como parte de nuestro trabajo. Generalmente, la práctica de sistematizar es invisibilizada como necesaria y, al mismo tiempo, tildada como una práctica que solo realizan algunes, en determinado momento de una experiencia. Sumado a ello, en organizaciones como la nuestra que trabajan con programas sociales y políticas públicas que implican instancias de trabajo administrativas, muchas veces el tiempo es más dedicado a ello (porque dependen cobros y becas para les jóvenes con quienes trabajamos) que a su objetivo o al que le asignamos colectivamente. Al mismo tiempo, esta experiencia en particular tiene raíz en una doble causa. Una de ellas fue la de recuperar una práctica histórica de la organización, acto motivado por la propuesta traída por quienes realizamos estudios de posgrado y trabajos de investigación por fuera de la organización; y la otra, más inmanejable, tuvo que ver directamente con el crecimiento exponencial de la necesidad laboral en la sociedad (sobre todo para les jóvenes) y, en consecuencia, la apertura de nuevos cupos de inscripciones a programas sociales ofrecidos por el Ministerio de Desarrollo Social de Argentina, que precisan de una socialización política. Recuperamos, en el caso de la experiencia que aquí trajimos, la apuesta de proponer en tanto trabajo y como contraparte del programa social a través del cual les jóvenes se incorporaron al ENyJ como trabajadores, la sistematización de prácticas en organizaciones sociales.
Creemos, en suma, que nuestro proceso visibiliza la posibilidad de reconfiguración de las políticas públicas orientadas al trabajo por parte de las organizaciones sociales, aunque no sin complicaciones ni desafíos, incorporando este tipo de oficios con horizontes transformadores y potenciadores de la organización y el trabajo de y con las juventudes.
Conclusiones
Nuestro recorrido analítico sobre el proceso reciente de sistematización dentro del ENyJ nos permite visualizar algunos de los hallazgos, así como también limitaciones y preguntas pendientes. Para finalizar, compartiremos entonces algunos interrogantes e ideas en las que, a futuro, nos gustaría profundizar. En segundo lugar, desarrollamos algunos aprendizajes del proceso vivido para la continuación y/o multiplicación de procesos investigativos similares.
Con respecto a nuestras ideas a futuro, el ENyJ continúa un proceso de formación de formadores interesades en trabajar con juventudes en diversos barrios de La Plata, derivado en gran parte de los insumos y debates generados por la sistematización realizada y como posible trabajo a realizar como contraprestación de los programas sociales percibidos por gran parte de los militantes que la integran. Queda pendiente la elaboración -como en un principio nos propusimos- de un producto de sistematización en diferentes formatos de cara a la socialización de resultados dirigido a otros sectores del FPDS-CP y hacia otras organizaciones populares, con el fin de construir debates colectivos en torno a los mismos. Ello, con foco en la propuesta de compartir determinadas formas del trabajo con jóvenes en tanto práctica antiadultista, que atenta contra la idea de que les jóvenes sólo podrían hacer determinados trabajos, trabajos más “pequeños” y menos vinculados a algo racional, que es lo que se suele relacionar con lo adulto. Nos resulta interesante, además, la posibilidad de continuar un proceso de sistematización de la experiencia del FPDS-CP, en general, y en particular del ENyJ, en profundidad y más allá del recorte sobre el período de la pandemia.
Como incógnitas, nos preguntamos por los desafíos que tenemos las organizaciones sociales en relación a la posibilidad de pensar investigaciones desde los territorios en los que intervenimos. En particular, cómo vincular las investigaciones con problemáticas que nos atraviesan como trabajadores/militantes; y cómo llevar a cabo procesos de educación popular sobre el oficio de investigar con jóvenes, promoviendo un diálogo de saberes (Torres Carrillo, 2011). En este sentido, el proceso visibilizó con claridad la necesidad de conformar equipos de trabajo abocados a la sistematización de la experiencia y a las tareas que de ella se desprenden. En nuestro caso, tuvimos la posibilidad de crear el AF y abocarnos de lleno a este proceso, pero a su vez fue posible ya que algunas de nosotras contamos con una determinada trayectoria y con saberes específicos: trabajadoras y militantes del AF, participantes de otras actividades de la organización, universitarias y adultas e investigadoras en formación en otros ámbitos laborales. Esto produjo distintos grados de participación, y a su vez nos otorgó un rol de formadoras y motorizadoras del proceso que no fue definido previamente o reflexionado, motivo por el cual en oportunidades les jóvenes se encontraban “a la espera de una tarea asignada”. En torno a aquello resulta interesante pensar los vínculos intergeneracionales (Parra, 2021) y la relectura de la posición de niñes y jóvenes en tanto sujetes capaces de elaborar estrategias y propuestas de cambio cultural en sus vidas cotidianas (Valenzuela, 2019).
Este no resulta un problema nuevo, pues los equipos de sistematización de experiencias son en su interior variados, en función de sus posibilidades y definiciones, y resuelven la distribución de roles y tareas de forma diversa. Notamos que muchos estudios enmarcados en esta metodología de trabajo requieren de equipos con saberes de investigación en calidad de “colaboradores” a partir de su saber experto. En otros casos, quienes llevan a cabo los procesos de sistematización son militantes, adultes e integrantes actives de la experiencia. También encontramos otros estudios en las que la propia organización social conforma equipos de sistematización con niñes y/o jóvenes que co-protagonizan el proceso (Valenzuela, 2019), como sucede en la experiencia que aquí presentamos.
En base a algunos desafíos que tuvimos durante el proceso de investigación, como por ejemplo la realización de entrevistas o la codificación un tanto intuitiva y no del todo unificada, creemos que es necesario que quienes tengan saberes específicos vinculados al oficio de investigar, puedan elaborar planes de formación y de co-creación de saberes al respecto, sumado a esto la posibilidad de convocar a personas externas a la organización, si es necesario, con el mismo fin. Desarrollar propuestas de educación popular sobre estas temáticas, en nuestro caso sobre la realización de entrevistas y otras técnicas de construcción de datos, incorporando dinámicas participativas como teatralizaciones y/o juegos de roles (Valenzuela, 2019), potenciaría mucho la continuación de esta sistematización o futuras investigaciones. Asimismo destacamos como un acierto la construcción de parejas de entrevistadoras y recuperamos como fundamental para próximas sistematizaciones la inclusión de otros modos de construcción de datos, además de los de expresión oral, a la hora de preguntar y/o narrar lo acontecido (Valenzuela, 2019).
Por último, recuperamos como fundamental el trabajo de comunicación de los resultados de la sistematización de la experiencia. Pensamos que es necesario rediscutir los formatos en los que se presentan los resultados, aportando la posibilidad de que estos puedan circular acudiendo a diversos lenguajes y/o formatos comunicacionales, atendiendo a les destinatares y a sus objetivos de circulación. Los conocimientos construidos desde la práctica podrán así volver como insumos para nuevas formas de habitar los territorios, como materiales educativos en el marco de instancias de formación de formadores.
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[1] El presente artículo surge de una investigación independiente.
[2] Argentina. Doctoranda en Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Grupo de Didáctica de las Ciencias (Instituto de Física de Líquidos y Sistemas Biológicos, UNLP-CONICET), Argentina. Contacto: vbecerro@iflysib.unlp.edu.ar. Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8286-3912.
[3] Argentina, Doctoranda en Ciencias Sociales, Universidad Nacional de La Plata, CIG/IdHICS/CONICET Argentina. Contacto: alidadagnino@gmail.com. Registro ORCID: http://orcid.org/0000-0002-8004-6089.
[4] El 11 de marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró la situación de pandemia global de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) ocasionada por el virus SARS-Cov-2. El anuncio de la pandemia fue el inicio de una cadena de complejidades y problemáticas que obligaron a muches a frenar y repensar la vida. El primer eslabón fue la medida de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), decretada por Alberto Fernández el 19 de marzo del 2020, que trajo aparejada la consecuente profundización de una crisis social y sanitaria ya iniciada a nivel mundial.
[5] En el presente artículo elegimos nombrar/nos desde la “e” como categoría genérica que da cuenta de las múltiples formas de ser de las personas.
[6] Desde su surgimiento a esta parte, ha atravesado procesos de reorganización interna y rupturas, en particular, vinculadas al debate de la construcción de una herramienta electoral (2012) y a los procesos de confluencia con movimientos que planteaban la articulación con sectores vinculados al oficialismo de ese momento (2014) (Fajardo, 2019). Eso hizo que su nombre mutara de FPDS a FPDS-CN y, producto del aporte del movimiento feminista, se autodenomine en la actualidad “plurinacional”.
[7] La década de los ‘90 en Argentina, se conoce como la época de aplicación y expresión máxima de políticas neoliberales, una serie de decisiones, actuaciones e ideas que tienden a reducir al mínimo la intervención estatal, especialmente, en el campo económico y que, generalmente, apuntan a buscar la desregulación del mercado, la flexibilización del mercado laboral y la privatización de los servicios públicos y de la seguridad social (Féliz, 2011).
[8]En diciembre de 2001, en el marco de una salida creciente de capitales del sistema financiero y del conjunto de la economía nacional, el gobierno decidió congelar los depósitos bancarios (medida que se conoció como “el corralito”). Pocas semanas después, en medio de una profunda crisis política, desde el poder político se toma la decisión de devaluar el peso argentino. La crisis política se manifestó en la renuncia del ministro de Economía Domingo Cavallo (19 de diciembre) y el presidente de la Nación Fernando De la Rúa (20 de diciembre) en el marco de una inédita movilización popular durante la cual la represión policial provocó más de una veintena de muertes (Féliz, 2011)
[9] El FPDS-CP, desde hace algunos años, se organiza en dos grandes sectores: el territorial (que se compone de todos los espacios que realizan trabajos socio comunitarios en distintos barrios) y el de ocupades (que incluye a todes aquellos militantes con trabajos en relación de dependencia y, en general, sindicalizades). En la actualidad el sector que más ha crecido es el territorial.
[10] El Programa Nacional de Inclusión Socio Productiva y Desarrollo Local “Potenciar Trabajo”, unifica a los programas Hacemos Futuro y Salario Social Complementario en una única iniciativa (página web del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación) y solicita a sus destinataries una contraparte vinculada directamente al trabajo sociocomunitario que, en general, quienes los gestionan delimitan como tareas de limpieza y saneamiento de barrios de la periferia urbana.
[11] Las memorias en el ENyJ son documentos que tienen por objetivo describir y sintetizar lo discutido en cada asamblea. En este caso, los revisamos y utilizamos, haciéndoles preguntas en relación a nuestro objetivo de sistematización.
[12] El programa bonaerense “Envión” está orientado, como se afirma en su página web, a “lograr la inclusión socioeconómica, política y cultural de los jóvenes de entre 12 y 21 años que se encuentran en situación de vulnerabilidad social”. El ENyJ incorpora esta política pública como forma de financiamiento a las experiencias educativas previamente existentes, a partir de las “becas” que este programa ofrece a les jóvenes destinataries de los talleres y a les talleristas. Afirmamos que se realiza en este caso una resignificación y reutilización de la política pública, ya que las experiencias educativas conservan (entre otras cosas) su funcionamiento organizativo a través de asambleas y su posicionamiento político-pedagógico de educación popular, no contemplado en Envión
[13] Este Programa es coordinado por la Comisión por la Memoria desde el año 2002, está dirigido a escuelas y organizaciones sociales, políticas y culturales de la provincia de Buenos Aires y propone que los equipos de trabajo elaboren un proyecto de investigación y producción acerca de “las memorias del pasado reciente o la vulneración de los derechos humanos en democracia”