Trenzar. Revista de Educación Popular, Pedagogía Crítica e Investigación Militante
Nº8, Año 4, abril 2022 – octubre 2022: 133-155
Red Trenzar: Santiago de Chile
ISSN (online) 2452-4301

ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN


 

Llaneros Arroyados: Una experiencia de enseñanza de artes vivas, en contexto de pandemia, en zona rural del municipio de Villamaría, Caldas, Colombia

Llaneros Arroyados: An experience of teaching living arts, in the context of a pandemic, in the rural area of ​​the municipality of Villamaría, Caldas, Colombia

 

Laura Jurado Guevara[1]

Javier Lozano Escobar[2]

Cristhian Martínez Romero[3]

Andrés Mora Sánchez[4]

Anthony Pineda Moreno[5]

 

Recibido: 11/02/2021 / Aceptado: 10/04/2022

Resumen:

El presente artículo es resultado del proyecto de extensión solidaria “Artes Vivas en la Vereda”, el cual desplegó iniciativas creativas para responder a los desafíos que el confinamiento por la pandemia del coronavirus nos impuso. Al actuar sobre un telón de fondo -de principios- teñido de educación a través de la acción, nuestra reflexión se puede insertar no solo en los caminos de las pedagogías críticas, sino también en los bordes de las experiencias tecnológicas. Esto no implica compromiso alguno con lo que se reconoce en el discurso educativo como paradigma tecnológico, pues la tecnología es vista aquí como una herramienta al servicio de procesos colectivos. Si bien nuestra jerarquía de valores está clara desde el comienzo, esperamos que narrar esta experiencia ayude a comprender los alcances del discurso tecnológico en las prácticas artísticas formativas en zonas rurales y quizás entrando en diálogo con discursos críticos o alternativos.

 

Palabras claves:

Educación Popular,

educación artística,

animación sociocultural,

juventud,

estudios rurales.

 

Abstract

This article is a product of an extension project intitled “Living Arts in the Land”, which developed creative initiatives for responding to isolation challenges that the pandemia imposed. While playing on a background curtain (principles-made) that touches education through action, our thoughts can be inserted not only on the path of critical pedagogies, but also on the borders of technology experiences. This does not implies a commitment with the technology paradigm in educational discourse, because this technology is taken as a tool to serve on collective processes. As well as our values hierarchy is clear from the beginning, we expect that telling this story will help to understand the scope of technological discourses towards artistic practices and maybe entering on dialog within critical and alternative discourses.

Keywords: Popular education, artistic education, sociocultural animation, youth, rural studies.

 

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Introducción

El proyecto de extensión solidaria universitaria “Artes vivas en la vereda” [6] -en el marco del cual surgen y logran concretar algunas realizaciones los Llaneros Arroyados[7]-, a lo que se refiere este proyecto tiene sus antecedentes inmediatos en la experiencia del Nido Colibrí y el Colectivo Artístico Ubuntu en zonas rurales del municipio de Villamaría entre 2018 y 2019. Pese, sin embargo, a lo particular de ésta, lo que logremos develar, nuestros hallazgos, no son solo un logro del proyecto de extensión solidaria o de alguna acción particular conexa, sino que aspiramos a poder ir juntando evidencias que permitan algunas generalizaciones de nivel muy primario con las que organizaciones de otros lugares del mundo puedan sentirse también identificadas y ponerse en situación de comparaciones para la mejora de sus actividades y procesos. En todo caso, la invitación a comparar es primero cerca, en contextos similares o afines, y solo después, podría ser lejos, en busca de hipótesis provocadoras.

En términos históricos, pensar en antecedentes para esta reflexión nos remonta a los orígenes de la escuela, es decir, a las experiencias germinales que a modo de ensayo y error comenzaron a configurar la apuesta ilustrada por generalizar la educación y perseguir como una utopía la autonomía de los sujetos. Esta idea puede rastrearse en las filosofías de E. Kant y J.J. Rousseau, pero toma forma real en la pedagogía de J. H. Pestalozzi (Soetard, 1994 y 1995). Estos referentes lejanos en el tiempo aluden a lo que puede haber de general en la experiencia educativa entre dos personas: educador y educando. La filosofía práctica de la que partimos es aquella que privilegia tres principios: 1) aprender haciendo, 2) aprender en grupo y 3) trabajar por el desarrollo de la autonomía. Estos son principios que aparecen en las experiencias del semillero de investigación en agenciamiento cultural entre los años 2011 y 2017 (Lozano Escobar, 2018). El año 2018, se concreta un proceso de orientación cada vez mayor hacia la acción por parte de varios integrantes, quienes se han integrado en la programación y actividades del Nido Colibrí, un espacio rural -materialmente una casa en un predio de media hectárea- ubicado en la vereda La Floresta, del municipio de Villamaría, a 4 km de la cabecera municipal. Estudiantes universitarios, en su mayoría del programa de pregrado en Gestión Cultural y Comunicativa han sido voluntarios en jornadas de trabajo dominicales para construir, pintar murales, cultivar la tierra, intercambiar conocimientos sobre recetas de cocina para grupos grandes, etc., así como también algunos son ya les talleristes[8] voluntarios de espacios de formación artística y en valores en los períodos de vacaciones, a los cuales acuden los niños y niñas de familias vecinas. Sin embargo, el intento de establecer un grupo regular de artes, particularmente teatro, el cual practican la mayoría de estos voluntarios, fracasa, puesto que en tiempo diferente al de vacaciones la vida del campo deja poco tiempo disponible para caminar desde otras casas, distantes entre uno y 15 km hasta este “nido cultural”.

La solución es entonces buscar un centro poblado lo más cercano posible. Este no puede ser el municipio de Villamaría, pues ya hay allí Casa de la Cultura y la propuesta que el equipo de trabajo piensa es de formación artística en el nivel de vereda, donde no es tan frecuente encontrarla. Dicho centro poblado es Llanitos, vereda distante unos 16 km desde el Nido Colibrí. La mayoría de niñas, niños y jóvenes que han acudido hasta el año 2018 a actividades en el Nido Colibrí son estudiantes de la Institución Educativa Pío XII, ubicada en el centro poblado de Llanitos, y elles se emocionan con la idea de llevar las actividades artísticas y culturales a su propio centro educativo. Un acercamiento al rector y equipo profesoral de dicho centro, en octubre de 2018, nos permite ver que no hay oferta en formación artística allí y que los padres de familia señalan problemáticas sociales como falta de oportunidades laborales para los jóvenes, expendio de drogas y violencia entre jóvenes en este centro poblado. Esta situación, más la experiencia del año 2019, en que con recursos propios del Nido Colibrí y voluntariado se sostiene un grupo de teatro y se intenta un grupo de danzas. Este período de ensayo y error con recursos escasos juega el papel de la fase de acercamiento y decodificación con la comunidad en el esquema freiriano de educación de adultos (Freire, s.f. [1970], pág. 85), en este caso no realmente convocada a reuniones como tal, si bien un par de reuniones de padres de familia a lo largo de dicho año nos muestran que el interés persiste a pesar de las dificultades. También podemos hacer lectura de la vida cotidiana de Llanitos en los propios talleres, con los niños y niñas y en las idas y venidas necesarias para cada detalle que se necesita coordinar. Es un año de aprendizajes y en cierto modo algo de observación etnográfica no sistemática.

Mapa administrativo de Villamaría, con la ubicación del área de influencia del Nido Colibrí. Área total del municipio: 451 km2, la mayor parte hace parte del Parque Nacional Natural Los Nevados y su zona de amortiguación ambiental. El círculo rojo muestra la ubicación de las veredas La Floresta, Alto y Bajo Arroyo, El Castillo y Llanitos, de donde provienen niños, niñas y jóvenes del grupo Llaneros Arroyados. El círculo amarillo muestra la proyección territorial antes de desplazar los talleres a Llanitos (2016-2018).

De aquel esfuerzo quedaron como resultado la obra de teatro “Esto es un asalto” presentada en noviembre de 2019 en el Teatro de Villamaría (un espacio subutilizado, medio abandonado, con poca programación, para esa época) y también el proyecto “Artes Vivas en la Vereda”, presentado a la convocatoria de proyectos de extensión solidaria de la Universidad Nacional 2019-2021, resultando seleccionado y financiado. Sobre esta experiencia pretendemos compartir una reflexión, anclada en la práctica y a contrapunto con la reflexión académica de la gestión cultural que se gesta en la Universidad Nacional de Colombia, en las siguientes líneas.

 

Principios de una educación artística popular o alternativa

Consecuente con su proceso de conformación la experiencia de formación artística que se despliega desde el Nido Colibrí está basada en el aprender haciendo, en grupo y para la autonomía como personas. A esto se agrega una perspectiva específica de la formación en teatro aportada por el Colectivo Artístico Teatral Ubuntu, al cual pertenecen la mayor parte de les talleristes que están vinculados en el 2018 a la experiencia en Llanitos. El ser Ubuntu un grupo da solidez a su participación, pues en situaciones de dificultad para obtener logros y con cuestionamientos que provienen desde el ámbito de los profesores del centro educativo, este espacio refuerza las convicciones para mantenerse en esta acción cultural[9]. Una parte de los integrantes de Ubuntu en ese momento ha hecho parte también del Semillero de Agenciamiento Cultural, y de su transformación en un grupo vinculado a la propuesta del Nido Colibrí.

No contamos en este momento con una sistematización de las ideas o prácticas formativas o pedagogías desplegadas aquí, sin embargo, las orientaciones generales transmitidas entre estudiantes de Gestión Cultural y su profesor gestor de la experiencia[10] y de las transformaciones en este espacio orientadas hacia el fortalecimiento de las culturas campesinas e indígenas pueden comenzar a presentarse con el orden necesario para aproximarnos a una primera evaluación in-post, del proceso teatral de los Llaneros Arroyados. Para ello mostramos a continuación, de manera integrada, elementos que, en diferentes momentos de nuestro proceso colectivo, hemos ido integrando de manera inicialmente desordenada, pero que a medida que nuestra intención y emotividad nos genera resonancias y sinergias, podemos decir que se comienzan a tomar su lugar los principios para nuestra acción. Al tomar consciencia del proceso en que participamos, también nos damos cuenta de que hacemos parte de ciertas propuestas que emergen en tiempos recientes para comprender una tendencia en la educación a mirar con atención y abrir espacios para pedagogías no sólo críticas sino de fuentes diversas, en las vecindades de frontera en que los valores y prácticas de la modernidad son cuestionadas por las que han heredado y conservado en ejercicios de resistencia cultural tanto pueblos originarios, como personas y colectivos inquietos y desafiantes con los ámbitos del poder dominante. Dulcinea Tomás Cámara (2021) se refiere recientemente a estas pedagogías otras, como pedagogías de matriz inversa, en el sentido de que su origen está en otra parte y no en los lugares comunes del proceso moderno.

Para poder observar en qué medida la experiencia vivida con los Llaneros Arroyados responde a las provocadoras clasificaciones de Dulcinea Tomás, presentamos los principios y luego la experiencia que han constituido nuestras vivencias colectivas. Para su facilidad presentamos estos principios en capas:

 

  1. Primera capa: La Naturaleza

La referencia a la naturaleza como principio pedagógico en el Nido Colibrí está influenciada por la búsqueda de algún tipo de armonización o restauración de unas relaciones rotas o que han sido dañadas en el curso de la historia de la modernidad. Particularmente, el enfoque de la educación intercultural indígena, en la sistematización de largo plazo que logra el Consejo Regional Indígena del Cauca en el año 2004, titulada ¿Qué pasaría si la Escuela? 30 años del Programa de Educación Bilingüe Intercultural, marca los primeros años de la experiencia Nido Colibrí. Cierta sensación de estar descubriendo un sentir en la medida en que se trabaja la tierra, habitándola, permitiéndose andar descalces para sentirla, como juego pero también llenando de ese sentido esta experiencia, evoca los primeros tiempos de las escuelas bilingües indígenas en el departamento del Cauca.

Desde que nació nuestra escuela bilingüe en el año 1980, acordamos que hay que cultivar huerta escolar con hortalizas para que en nuestra escuela también aprendamos a trabajar, a producir alimentos, a querer y cuidar nuestra Madre Tierra (La laguna, 1986, citado en CRIC, 2004: 55)

Otros signos de este sentir comprometido con la naturaleza son los inicios de actividades con los niños y niñas, saludando a los seres de la naturaleza de los que nos damos cuenta, tomando conciencia de su compañía, invitando a decir: “¡buenos días perritos!, ¡buenos días agua!, ¡hola sol!, ¡buenas tardes guadual!…”[11]. Y lo que es inicialmente un juego se convierte en una acción consciente en cantidad de actividades comunitarias. Con el avance de otras experiencias vinculadas al Nido Colibrí, como la Cátedra Indígena y Afro Intercultural de la Universidad Nacional, llegan también sabedores tradicionales de los pueblos nasa, guna dule, kamentsá, murui, entre otros, generando múltiples espacios rituales en que los seres de la naturaleza hacen presencia, acrecentando la importancia de esta relación. La integración en la naturaleza, subordinades a ella como fuerza vital que nos envuelve y nos origina, y su cuidado, permean los espacios e iniciativas generados desde aquí. Producto de esta relación, hay espacio explícito para algunos talleres de elaboración de artesanías e incluso videos, en el tiempo de pandemia, enseñando la elaboración e interpretación de quipus como forma de registro contable de la tradición incaica precolombina.

Entrando específicamente en la formación teatral, siendo el arte que logra consolidar un proceso y recoger incluso reconocimientos, aparecen también referentes de la relación con la naturaleza. Las fuentes en que se basa el Colectivo Artístico Ubuntu para orientar la formación en los talleres está basada en el teatro físico de Jacques Lecoq y en las propuestas de un clown que entra en diferentes ámbitos de la vida, de Jesús Jara. La preparación o cultivo de la sensibilidad, el entrenamiento del cuerpo para hacerse expresivo incluye en este teatro físico un lugar central a la experiencia de relación con los elementos de la naturaleza –agua, tierra, fuego, aire- proponiendo ejercicios en que el cuerpo se identifica con estos, así como también con los seres que la habitan.

Estas primeras improvisaciones con la máscara neutra preparan al trabajo de las identificaciones con la recreación de los elementos de la naturaleza (aire, fuego, tierra, agua), los animales, las plantas, materiales, luces para, después, continuar con el trabajo de las máscaras larvarias, expresivas y utilitarias, y concluir con la creación del personaje (Salvatierra, 2006: 305)

Finalmente, este principio pedagógico, de sensibilidad con la naturaleza, implica una perspectiva desafiante para la manera en que corrientemente se construye el conocimiento sobre ella. Este desafío lo lanza el payaso Translúcido, personificado por Jesús Jara, durante la conferencia impartida el 4 de enero de 2013 en el Hospital de El Ejido, España, cuando señala la buena noticia de que en Lleida, los estudiantes de medicina tienen entre las materias que deben cursar, una sobre técnicas de clown para aplicar con sus pacientes como herramienta sanadora. La mirada a la naturaleza también es entonces una mirada diferente sobre nuestra propia naturaleza corporal y las maneras de tratarla, en que se cruzan y confunden lo ancestral y lo artístico.

 

  1. Segunda capa: Lo técnico de la animación de grupos

Si bien, percibimos aún el peso del principio de autonomía, en nuestras prácticas educativas, que trasluce en los elementos que impulsan el Semillero de Agenciamiento Cultural –aprender haciendo, en grupo, con iniciativas propias, que surgen del propio colectivo (Lozano Escobar, 2018). Lo técnico como tal nos fuerza a entrar en el detalle de los momentos por los que puede atravesar un proceso de formación. Esta perspectiva, se puede expresar también en términos de los principios de autonomía, autogestión y horizontalidad comunes a las experiencias pedagógicas que cuestionan al saber dominante que se cultiva en las universidades (Tomás Cámara, 2020)

En esta medida, ya hemos dicho al inicio de este artículo que el tiempo anterior al surgimiento de los Llaneros Arroyados implicó un acercamiento decodificador de la vida cotidiana de los habitantes de Llanitos y –hay que aclarar-, antes también, una inserción participante, como habitantes de la vereda La Floresta, tiempo en que en la vida cotidiana del Nido Colibrí hemos ido decodificando también la cotidianidad del campo en esta región de Colombia, así como también los fenómenos emergentes en éste, como el propio de los movimientos de agroecología y neo-ruralismo de los que nosotres mismes hacemos parte.

La decodificación es sucedida por una primera codificación que consiste en el nombramiento de los temas generadores, para su estudio conjunto entre los agentes facilitadores del proceso y participantes de la comunidad, del cual, se puede preparar la codificación más sistemática, que denominamos Plan de Formación, con el cual acometer la tarea de un proceso ya permanente de círculos de cultura o políticos en los cuales desplegar el rol de agenciamiento colectivo para transformar las realidad de opresión. Esta perspectiva sirve de mapa general de los procesos en que participamos, pero el proceso de los Llaneros Arroyados puede enfocarse de manera más específica asimilándolo al proceso de teatro social o del oprimido, elaborado por Augusto Boal, o bien el proceso de formación de Jacques Lecoq, sobre el cual hablamos ya en el apartado anterior.

En la perspectiva de Boal, los juegos sirven en un primer momento para liberar el cuerpo de sus bloqueos y en una segunda etapa para hacer el cuerpo expresivo. Las dos fases superiores del proceso implican decir algo con el teatro y transformar el mundo con el teatro. Los montajes generados en los últimos tres años sugieren que quizás el grupo ya intenta hablar en este lenguaje y quizás algunas evidencias nos muestren muchos efectos benéficos en la formación de las y los participantes y en su desarrollo personal.

Desde la perspectiva de Lecoq, el teatro infantil y juvenil es una fuente poderosa cuyas energías se canalizan a través del juego, generando espacios para la libertad y la imaginación, pero también para el desarrollo corporal y para una educación de la sensibilidad, elementos con los que tanto el camino de la formación como actor se funde con el de la formación para la vida (Salvatierra, 2018: 200 ss.). Con las edades de los Llaneros Arroyados y en el contexto de sus veredas, es el prepararse para la vida el objetivo que nos asiste en un primer lugar, pero los productos artísticos que se acumulan hasta el momento señalan la posibilidad de algunos procesos vitales que permanezcan quizás por un tiempo más en las artes.

 

  1. Tercera capa: Lo tecnológico y sus límites en la pandemia

Como señalan investigadores críticos, a los objetivos habituales de los investigadores comprometidos o militantes de epistemologías emergentes alternativas se suman unos nuevos relativos al contexto de pandemia (Tomás Cámara, 2021). Esto implica también una mirada hacia la virtualidad y las tecnologías que la posibilitan, sin que esto implique un descuido de la sensibilidad, que ante las crisis emocionales que el aislamiento ha generado, urgen por el cuidado y las diferentes poéticas y espiritualidades que no hagan posible la compañía que tenga sentido y el fortalecimiento en nuestra humanidad (Guijarrubia, 2020).

La mirada crítica ante la situación que hemos vivido en todo el mundo en los últimos dos años implica una toma de distancia con respecto a los discursos triunfalistas de la tecnología. Si bien, es innegable que las tecnologías representaron una solución tecnológica para una problemática global, también lo es que por sí sola la tecnología no es pensante, no tiene las competencias para gobernar por encima de vidas humanas. Quizás entrar en detalle sobre la experiencia de los Llaneros Arroyados nos haga ver con claridad algunos de estos límites.

 

¿Qué acciones tuvieron mayor relación con el éxito del grupo Llaneros Arroyados y permitieron superar incluso dificultades por el contexto de pandemia?

Entre agosto de 2019 y septiembre de 2021 transcurre el lapso desde la decisión de tomar el nombre Llaneros Arroyados -por parte de niños, niñas y jóvenes participantes de los talleres que la Corporación Eleusis – Nido Colibrí y el Colectivo Artístico Teatral Ubuntu- hasta el logro más notable de este proceso, que es la obtención del premio como mejor grupo de teatro juvenil entre los participantes en el Festival Intercolegiado de Teatro de Manizales. El Festival es organizado por el Teatro Punto de Partida y apoyado por otras organizaciones teatrales de la ciudad vinculadas en la Ruta del Teatro. El premio -que se entrega a agrupaciones que logran impactar con sus obras la realidad y generar transformaciones sociales- nunca antes en la historia del teatro en la ciudad se había otorgado a una agrupación de vereda de un municipio diferente de la capital departamental. Es por esto que nos atrevemos a hablar de un éxito y a comenzar a indagar en el detalle sobre lo que hizo esto posible, tomando para ello cuatro variables: la ubicación de la acción cultural, los actores o agentes interactuantes de este proceso, la administración del proyecto (que incluye elementos tecnológicos) y el proceso mismo en su dimensión pedagógica.

  1. Ubicación de la acción (vereda, centro poblado, virtualidad, a domicilio)

Geográficamente las actividades realizadas fueron instaladas en la vereda Llanitos, a 20 km, que se recorren en una hora de jeep desde el casco urbano de Villamaría, y en unos 40 minutos en moto. Es una zona cafetera, donde también se cosechan hortalizas, plátano y recientemente aguacate. En el transcurso del proyecto, debido en gran medida a los protocolos de bioseguridad, variaron los lugares de encuentro, clasificando las ubicaciones así: presencial, semipresencial y virtual.

Presencial: La caseta[12] comunal de la vereda Llanitos fue sede principal de ensayos y sesiones pedagógicas en persona, la cual fue prestada por la JAC Llanitos. Los Llaneros Arroyados tienen una referencia clara del lugar y es un polo atractor para la juventud que reside en las veredas aledañas de Llanitos, veredas como Bajo y Alto Arroyo, Bajo y Alto Castillo y La Floresta, debido a que en el colegio Pío XII, ubicado allí recibe la matrícula de la mayoría de población en edad escolar. Resultó muy útil en el segundo semestre del año 2021, donde las posibilidades de presencialidad fueron casi que exigidas por los participantes y el proceso mismo de creación de la obra en conjunto, luego de padecer el largo aislamiento por la pandemia. Cuando no fue posible reunirse en la caseta comunal de esta vereda, debido a las restricciones de movimiento en diciembre de 2020, unos encuentros de pocos participantes, permitieron grabar unos sketches cortos que fueron el producto del difícil trabajo de ese año, el cual luego fue subido a la red internet en el perfil de facebook de los Llaneros Arroyados y de Artes vivas en la vereda.

Semipresencial: La segunda mitad del primer semestre del 2021 contó con apoyo de videos y tareas virtuales, pero con grabaciones de los productos realizados de manera presencial o ‘a domicilio’, los equipos tecnológicos defectuosos (casi en ningún caso computadores, más bien teléfonos celulares) y la escasa conexión a internet de las familias incentivaron a les talleristes a ir casa por casa, con las medidas de bioseguridad adecuadas, y grabar los ejercicios producidos por los participantes. En moto recorrimos los kilómetros –con periodicidad entre dos y tres semanas- que nos separaban, equipados con alcohol, con el cuál rociábamos zapatos y manos, mientras explicábamos a padres la importancia de este ejercicio y la dinámica creativa que estábamos generando, evitando la reunión física del grupo completo.

Virtual: Finales del 2020 y comienzos de 2021 fue un momento histórico de alta incertidumbre, lo cual generó replantear todo el esquema de sesiones pedagógicas, optando por enviar material de apoyo a través de Facebook y un grupo de WhatsApp. Un total de 9 sesiones fueron impartidas de esta forma, netamente virtuales y con asesorías por medio de chat de les talleristes.

Los talleres y las sesiones pedagógicas en Artes vivas en la vereda son “espacios de reflexión singulares y creativos, en continuo movimiento y en constante revisión” (Tomás Cámara, 2020) por ello fueron sujetos a cambios y discusiones los cronogramas, ubicaciones y metodologías del proyecto. Aquí se resalta una concepción de lugar participativo que trasciende la dimensión física como tal y nos acerca a la idea de lugar de enunciación colectivo, dando a entender claramente que es un lugar otro, alternativo a los lugares de poder. Sin embargo, la universidad elige sostenerlo al seleccionar esta propuesta en la convocatoria de extensión solidaria. Esto puede interpretarse como la formulación de un lugar para la recreación de la educación superior, que esta misma cuida en sus márgenes.

  1. Los actores (población, los pedagogos, la JAC, colegio Pío XII, los niños, familias)

El proyecto mantuvo un contacto permanente con los pobladores de la vereda Llanitos y veredas aledañas. Esta población tiene a su vez diferentes agentes que se clasificarán a continuación por su naturaleza, a modo de presentar una mirada general de las interacciones con y entre las personas implicadas en “Artes Vivas en la Vereda”.

Población en general de las veredas: Personas habitantes de la vereda que se interesaron en las actividades de manera no comprometida, es decir, participaron como espectadores de celebraciones como la Fiesta Campesina, donde se vivenciaron experiencias entorno a la muestra de obras de teatro, títeres, cuentería, circo y música. La acogida del proyecto en esta población se hizo bastante visible, pues fue notoria la participación y gusto por lo que se evidenció. Además, en la medida que el tiempo pasó y se fue persistente con las actividades artísticas, se logró legitimar el proyecto como algo beneficioso para el territorio, esto se pudo constatar en los comentarios de los asistentes, especialmente por el aval y apoyo de la Junta de Acción Comunal. El rol de agenciamiento es en este caso muy pasivo, activándose los días de presentaciones en Llanitos.

Junta de Acción Comunal*: Actor clave para el desarrollo del territorio con quien se empezó a hacer alianzas en el año 2021. El presidente de ésta apoyó en un primer momento con el préstamo del espacio de la caseta comunal, un espacio techado que aportó significativamente a la buena y completa realización de los talleres y ensayos del proyecto. Adicionalmente, se tuvo total permiso, aval y apoyo de la JAC para la realización de la fiesta campesina, que tuvo buenos resultados en participación y motivación de niños a inscribirse en los talleres de teatro, danza y música. Posterior a esta experiencia, el proyecto es contactado por la JAC para realizar la celebración del día del niño en el mes de octubre de 2021, a lo que se dio respuesta desde el proyecto con la muestra de la obra de teatro “Algo grave va a suceder en el pueblo” en la caseta comunal, mientras que la JAC aportó con el transporte necesario de personas y escenografía, el espacio físico y el refrigerio.

Es de resaltar que, a lo largo de los años 2020 y 2021, esta Junta de Acción Comunal intensificó la relación con el proyecto Artes Vivas en la Vereda, con el Nido Colibrí y con los Llaneros Arroyados, ofreciéndoles el espacio de ensayos que, en un primer momento había estado ocupado para su utilización por otras propuestas deportivas, de catequesis, políticas, entre otras. Esta elección ha sido correspondida mediante el apoyo en la Fiesta de los Niños y con la apertura de actividades el año 2021 con la llamada Fiesta Campesina.

Institución educativa departamental Pío XII: Ha sido un actor circunstancial, sin entrar realmente en un compromiso institucional con el proyecto. La sicóloga de este centro educativo y un par de profesores han manifestado interés ocasionalmente y han colaborado con la difusión de información de manera puntual, especialmente en los inicios de año, cuando la urgencia de comenzar nos impulsa a tocar todas las puertas posibles para poder iniciar. En el año 2019, como resultado de unos incidentes en que una integrante del grupo tuvo una pelea infantil con otra niña de primaria, cerca del lugar del taller, los profesores tomaron distancia, negaron el préstamo de ningún salón. Por otra parte, la comunicación con el rector es hoy fluida, luego de un proceso de conocimiento mutuo en que el resultado fue tomar un poco de distancia con ellxs, Sin embargo, pese a esta distancia, la sicóloga del colegio y el equipo de Artes Vivas en la Vereda compartimos información para ayudar a los participantes del grupo que tengan dificultades a acceder a las herramientas para superarlas. Quizás la confrontación sobre espacios con el colegio es reflejo también de diferentes concepciones de la educación, enfrentándose lo formal y lo no formal alternativo.

Familias: Como todo proceso educativo dirigido a jóvenes, niñas y niños, el acompañamiento y apoyo familiar es fundamental. Esto se logró visualizar en la mayoría de las familias, pues no todas mostraron el mismo compromiso e interés en el proceso, pero en sí, fue homogénea la receptividad y permisividad de las familias para con sus hijos e hijas, qué pudieron asistir a las actividades artísticas, ya sean talleres, ensayos o presentaciones fuera de la vereda. Algunas familias estuvieron más activas en cuanto al acompañamiento, pues no permitían la salida a espacios nuevos o diferentes de la vereda y estuvieron no solo acompañando, sino también apoyando, especialmente en las jornadas de presentación. También cabe resaltar que los comentarios positivos hacia el proyecto sirvieron de impulso para continuar a pesar de múltiples limitaciones presupuestales -en los primeros años- o restricciones por la pandemia. La importancia del apoyo de los acudientes (sobre todo las madres) hacia el proyecto -como el aporte con el refrigerio en algunas sesiones- despierta sentires positivos en los niños, como estar apoyados por su familia.

Participantes: Los niños, niñas y jóvenes que participaron del proyecto fueron transitando a través de las diferentes promociones o etapas que se vivieron. Sus edades fueron entre los 7 a 18 años y cuando algunos desertaron del proyecto fue por condiciones exógenas, como el permiso de los padres, el tener que trabajar en casa (labores campesinas) o el simple hecho de crecer y no tener tiempo para actividades extracurriculares.

Para el año 2019 se consolida un grupo de alrededor de 12 niños, niñas y jóvenes con una participación estable y que dio como resultado la obra de teatro “Esto es un asalto” que tuvo presentaciones en el Teatro principal de Villamaría, Caldas y en el Teatro Punto de Partida en Manizales. Este grupo mostró una gran responsabilidad e interés en la creación artística desde el inicio y no solo se consolida como un grupo de teatro, sino también al finalizar el proceso se logra tener un grupo de amigos que demuestran su interés por la creación y el proceso en las presentaciones.

En el año 2020, durante el aislamiento más radical por la pandemia, se logra consolidar un grupo pequeño de 4 niños y niñas, donde apenas une de elles también hizo parte del grupo establecido en el 2019. Como resultado del proceso, se realiza una producción audiovisual llamada “El estrene”, el cual tuvo difusión por redes sociales como Facebook y YouTube.

En el año 2021, con mejores condiciones y sin tantas restricciones se logra consolidar un grupo de alrededor de 20 niños, niñas y jóvenes, que luego de vivir un proceso de creación se obtiene como resultado un producto escénico (obra de teatro) llamado “Algo grave va a suceder en este pueblo”, adaptación libre del cuento de Gabriel Garcia Marquez que lleva el mismo nombre. Los niños comentaban -en retroalimentaciones al final de cada encuentro, o en comentarios sueltos a los educadores- que este espacio de aprendizaje les da la libertad de expresión y permisividad que en otras actividades no se logra obtener.

La vivencia de los niños, niñas y jóvenes en los talleres de teatro oscila entre experiencias en la capa de la naturaleza, por ser elles mismos naturaleza en crecimiento, y la tecnología, por la necesidad que hubimos de superar, de conectividad, para poder avanzar en los meses del aislamiento. En cuanto agentes culturales, si bien este rol consciente está en construcción, tratándose de la infancia, se saben protagonistas de un proceso que es nuevo y en consecuencia se reconocen como la primera generación de su entorno que sale y se presenta, haciendo visible la zona rural de Villamaría y sus veredas. En cuanto el integrante mayor del grupo es ahora estudiante de la Universidad Nacional, a donde pasó el año 2021, esta posibilidad entra en la vida cotidiana del grupo y a través de éste, del colegio Pío XII y de las veredas.

Educadores y formadores: El proceso a lo largo del tiempo cuenta con entre 10 y 15 educadores (según cómo contemos, quiénes hicieron parte de forma voluntaria y con generosa disposición hacia el proyecto)[13]. Considerado de manera abstracta o genérica, quizás también siendo vistos así, representan en la vereda el mundo de la universidad, quizás en una versión creativa, bohemia o festiva (risueña). En esta medida, podríamos plantear que quizás muestran una de las caras más amables, acogedoras o envolventes del mundo académico. Sin embargo, en la planificación de la acción, que empieza por la escritura del proyecto propiamente dicho, aparecen elementos que se apartan de esta visión romantizada del arte y se acercan a una visión instrumental educativa. Es decir, el arte como transmisor de valores y distractor benéfico, que evita ocupar el tiempo en actividades nocivas para los procesos de formación personal de jóvenes. Este tipo de agenciamiento es consciente en la medida en que el proyecto fue escrito por los autorxs del presente artículo, y luego desarrollado por ellxs mismos (por nosotrxs mismes).

En lo cotidiano de los talleres, esto implica también relaciones de respeto, confianza, aprecio y calidez humana, tanto con los participantes como con los familiares y una procura de buenas relaciones con los profesores y directivas del colegio Pío XII y de la Junta de Acción Comunal. Cuando se presentaron situaciones conflictivas y también eventos comunitarios, los espacios de encuentro y deliberación para decidir las mejores acciones y planificarlas, se intensificaron.

Este rol de agencia incluye también un componente de difusión entre los amigxs, especialmente del mundo artístico, a quienes se les convida para conocer el proyecto, y colaborar de manera voluntaria. Esto no es una acción secundaria, pues gracias a este rol publicitario-afectivo, se movilizan formas de cooperación imprevistas y se tienden lazos con otras organizaciones y colectivos teatrales y culturales, como es el caso del Teatro Punto de Partida, conexión que animó a los formadores del proyecto a participar en el Festival Intercolegiado de Teatro.

  1. Administración del proyecto: Los recursos (humanos, económicos, espacios)

El proyecto “Artes Vivas en la Vereda” inició en el año 2018 con la motivación de descentralizar las artes escénicas y llevarlas al campo. Nace de la articulación entre el teatro campesino “Nido Colibrí” y el “Colectivo Artístico Ubuntu” quienes iniciaron con talleres durante “Las Vacaciones Campesinas” en el mes de junio (la programación de vacaciones campesinas se había iniciado en el año 2016), y desde allí se comenzó a consolidar el grupo teatral Llaneros Arroyados, el cual llegó a producir su propuesta escénica y se presentó en varios escenarios de Villamaría y Manizales.

El presupuesto inicialmente muy ajustado dependió del salario del profesor que inició la experiencia Nido Colibrí, pero también de iniciativas autogestionarias que se han ido compartiendo con otras organizaciones colaboradoras, como el Cabildo Indígena Universitario y la Junta de Estudiantes Inga-Kamentsá, ambos de Manizales. El trabajo pedagógico de les talleristes en ese primer momento fue ad honorem. El rubro de mayor gasto en todas las etapas ha sido el transporte de talleristus y de participantes, siendo en esa primera etapa casi el 100% de la inversión en el proyecto, y luego, durante el período del proyecto de extensión solidaria (2020-2021), una cantidad cercana al 15% del presupuesto de todo el proyecto. Igualmente, el componente de pago de talleristxs fue el de mayores recursos durante el período apoyado por la Universidad Nacional, tanto por medio de “estímulos a estudiantes auxiliares”, como por medio de “contratación externa” que se utilizó cuando no se encontraron les talleristes entre estudiantes de la universidad.

Con la participación en la convocatoria de extensión solidaria 2019, ejecutada entre mitad de 2020 y diciembre de 2021, proyecto agenciado por el grupo de estudiantes y profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales ya mencionado, hubo la esperanza de solventar las dificultades de hasta ese momento teníamos y que ponían en riesgo permanentemente la continuidad del proceso. Sin embargo, la administración del proyecto durante su financiamiento por la Universidad Nacional tuvo sus altibajos y dificultades debido a la pandemia apenas inició su ejecución. Afortunadamente, se pudo solucionar los problemas o retos administrativos, casi siempre planteados por los procedimientos burocráticos de la universidad, propios de la administración pública. Algunos gastos debieron ser cubiertos por otros co-financiadores o la comunidad, aunque la cuantía de estas ayudas fue realmente baja.

Pensando en las capas técnica y tecnológica (antes explicadas)[14], en los dos años de ejecución, el grupo gestor del proyecto se encargó de esto, particularmente poniéndole voluntad en los períodos más difíciles, dado que la universidad fue de las primeras instituciones en cerrarse e imponer confinamiento a toda su comunidad, esto implicó la imposibilidad de recibir autorizaciones para ejecutar dineros para desplazamientos, así fuera por zona rural, pese a que algunas resoluciones emitidas desde el nivel central, en Bogotá, planteaban la posibilidad de acceder a ampliación de los recursos para solventar dificultades de la pandemia y no perder los procesos. Entre estas posibilidades estuvo la de cubrir gastos de conectividad con recursos del proyecto, sin embargo, esto no se hizo pues otras dificultades administrativas disuadieron al equipo de intentar más cosas por este camino. En todo caso, en su calidad de estudiantes de colegio público, los integrantes del grupo podían solicitar un chip para datos, con los cuales descargar sus trabajos y tareas del colegio y que incluyera las tareas de Llaneros Arroyados. Sin embargo, esto no tuvo realmente un gran efecto en el desarrollo del proyecto, y la desmotivación fue general, hasta reducir el grupo a tres sketches cortos sobre la navidad que se grabaron en el Nido Colibrí en noviembre del mismo año.

Un último detalle administrativo es el acceso a los espacios. En la etapa previa al proyecto Artes vivas en la vereda, los lugares fueron el Nido Colibrí (2018), un salón del colegio Pio XII, luego otro de su sede primaria La Milagrosa (abril – agosto de 2019), para finalizar el año en salones prestados en hostales y casas de Llanitos, y ocasionalmente, la caseta comunal. La convocatoria de extensión solidaria movió al equipo a buscar apoyos firmados por actores comunitarios del lugar donde se ejecutaría el proyecto y esto generó compromisos escritos con la Junta de Acción Comunal, el colegio Pío XII y la cooperativa COMPYTA, de los cuales el respaldo más concreto fue el primero, con la estabilidad que dio al proceso la disponibilidad de la caseta comunal durante todo el año 2021. Incluso, pese a las controversias por los cruces en el uso de este espacio, en la Fiesta Campesina, celebrada en el campo de fútbol, fue posible “ganar” por un domingo dicho espacio a los equipos de fútbol.

Materiales y suministros: De esta manera, las dificultades de ejecución presupuestal con los que contó el proyecto, fueron siendo suplidos por agentes del territorio, cómo, por ejemplo, destacar la importancia de los refrigerios, ya que, entre talleristas, habitantes del Nido Colibrí y padres de familia, hasta la JAC, pudieron contribuir con los refrigerios de los educandos para cada sesión. Se destaca la voluntad de la comunidad en querer aportar al proyecto desde la alimentación de sus hijos y la confianza que se les brindó a les talleristes para poder estar durante el año 2021.

Las presentaciones que se llevaron al territorio “Fiesta campesina”, los vestuarios, materiales para la ejecución de talleres como los de títeres y máscaras, fueron financiadas por la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales, en un aprendizaje y paciencia de saber entender los trámites para legalizar el uso de los presupuestos  asignados al proyecto (recursos públicos), pues los ejecutantes, a excepción del supervisor del proyecto, fueron estudiantes y recién graduados del pregrado de Gestión Cultural y Comunicativa y apenas estaban aprendiendo a entender la burocracia que existe en las instituciones públicas.

Transporte: Aunque la dificultad para que el proyecto se ejecutase sin un presupuesto para el transporte de los educandos y talleristas hacia la vereda Llanitos pareciera inviable, se logró por medio de alianzas con instituciones y acuerdos con la comunidad, préstamos económicos para poder llegar hasta el lugar, consiguiendo ayudas de la Junta de Acción Comunal y del Nido Colibrí (teatro campesino ubicado en el territorio) y sin duda de Don Jaime (conductor de jeep de la vereda), el transportista con quien intentamos hasta las últimas instancias que fuera contratado por la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales y poder destinar el rubro originalmente planteado por el proyecto para cubrir este gasto; sin embargo no se contó con algunos de los requerimientos que actualmente pedía la universidad para continuar con su vinculación y pese a que se buscaron alternativas para la contratación de “Don Jaime” decidimos culminar lo que faltaba del proyecto con él, y nos brindó la posibilidad de pagarle en cuanto tuviéramos la oportunidad.

Con la consolidación del proyecto en el territorio, y viendo la acogida que tenía en los niños, niñas y jóvenes, la comunidad accedió a aportar lo que pudieran para que el proyecto terminará, más con los reconocimientos que se mereció el grupo de teatro después de sus presentaciones, sirvieron de motivación para que tanto los educandos como sus familiares y la comunidad en general, quedarán con las ganas de recibir una continuidad en el proceso educativo.

 

El proceso creativo – pedagógico – metodológico

El proceso pedagógico del proyecto tuvo varias fases y etapas marcadas por diferentes factores de tiempo, actores, educadores y contexto así que se describe partiendo de la temporalidad.

Año 2018: El inicio del proyecto tuvo lugar en las primeras vacaciones campesinas realizadas en el Nido Colibrí, en esta ocasión acuden los habitantes de las veredas más cercanas (La Floresta, Bajo y Alto Arroyo) al lugar, el enfoque pedagógico se basa en una exploración corporal a través del juego y los ejercicios teatrales simples, donde la premisa fue la diversión; los asistentes se dispusieron a jugar e interactuar entre sí y accedieron a todas las premisas de los educadores. Después de este primer acercamiento con la población se identifica que los niños, niñas y jóvenes tienen interés por ocupar su tiempo libre en actividades de recreación y juego, siendo el juego una herramienta lúdica, pedagógica, creativa y transformadora que genera un aprendizaje que permite que los participantes expandan “el número de registros expresivos y comunicativos a fin y efecto de ampliar y enriquecer su visión de la realidad y del mundo.” (Úcar Martínez, 1999).

Año 2019: Gracias a las alianzas realizadas con el colegio Pio XII, el Nido Colibrí y el Colectivo Artístico Ubuntu, se inicia con talleres de teatro y clown dirigidos a los niños, niñas y jóvenes entre los 7 y 18 años. Los talleres inician con el objetivo de brindar un espacio de divertimento a través de juegos y ejercicios teatrales básicos del teatro clown y el teatro dramático, los referentes pedagógicos utilizados fueron Jesus Jara con su libro “El clown un navegante de las emociones” y Jaques Lecoq con “El cuerpo poético”, estos dos referentes son importantes ya que todos los ejercicios aquí planteados parten de juegos teatrales y ejercicios de exploración colectivos que involucran la disposición y atención de todos los participantes, así mismo, son juegos con indicaciones simples que posibilitan que los participantes entiendan fácilmente y propongan dentro del mismo esquema teatral. Así mismo, la metodología propuesta por Jara propone como eje principal la improvisación, siendo este un elemento que permite identificar las fortalezas de los participantes, las actitudes y aptitudes, los gustos, los líderes naturales y las relaciones que existían entre elles; gracias a estas improvisaciones iniciales se reconoce el camino que deben tomar las clases para que se logre un aprendizaje en técnicas teatrales:

  • Se entiende que una de las motivaciones principales de los participantes es el compartir entre elles en un ambiente distinto al colegio, que les permita más libertad de expresión, sin autoridades institucionales.
  • Así mismo, los ejercicios que inducían a la creación de pequeñas escenas surgidas de la imaginación y creatividad de los participantes motivaban a todos. Se identifica que los juegos grupales gustan a todos los participantes, ya que no se sobre expone a ninguno al juzgamiento de los compañeros; sin embargo, en este primer proceso, se destacan varios estudiantes que participaban ansiosamente de los ejercicios de dos o tres personas en los que tuvieran un mayor protagonismo y pudieran proponer historias y situaciones teatrales.
  • Al finalizar los procesos y volver a realizar improvisaciones se puede volver a generar un análisis de estas relaciones, cómo cambiaron durante el proceso y se generaron reflexiones sobre el trabajo en equipo y la importancia de los procesos grupales y “círculos de la palabra” donde todos los participantes pueden expresar sus sentimientos, emociones y sensaciones de lo vivido en cada sesión.
  • En los procesos artístico-pedagógicos comunitarios son indispensable iniciar con juegos “rompe hielos” que permitan la ruptura de lo cotidiano -el espacio escénico es por naturaleza un espacio extra cotidiano-, que dé apertura a la liberación de los sentidos y expresiones orgánicas de los participantes.

2020 – 2021: El 2020 inicia con un par de encuentros que dejaron ver la motivación de algunos niños y jóvenes por continuar el proceso de formación en artes vivas. Lastimosamente, se tuvieron que suspender de forma radical en el mes de marzo por la cuarentena obligatoria.

La continuación del proyecto Artes Vivas en la Vereda en el año 2020, se efectuó en julio, atravesando las vicisitudes que presentaba la pandemia del Covid-19 en su momento; es decir, el proyecto se reactivó en plena situación de pandemia y vivió un desarrollo inusual durante una post-pandemia. El accionar virtual al que tuvo que ceñirse la metodología educativa fue verdaderamente compleja, mucho más teniendo en cuenta que los contenidos a facilitarse eran relacionados con las artes vivas, todo un lenguaje que requiere innegociablemente la activación y experimentación corporal, emocional, fonética y gestual. Se considera entonces, como lo menciona Valencia Maya, que “la expresión de emociones en entornos pedagógicos mediados por las TIC ha sido restringida si se le compara con la comunicación presencial, especialmente respecto al lenguaje gestual” (2021: 71).

Sin ser esto suficiente, se atravesaron múltiples factores que condicionaron los abordajes desde las actividades virtuales, entre elles podemos encontrar factores relacionados con los educandos como la conectividad a internet y el acceso a dispositivos tecnológicos, que a su vez se correlaciona con la capacidad económica de sus familias para mantener estos requisitos y por tanto, permitir continuar los procesos educativos; también es relevante mencionar la naturaleza rural del área de influencia del proyecto, pues en repetidas ocasiones los estudiantes comunicaban que no podían asistir o realizar las tareas sugeridas, por tener pendiente tareas del colegio y tareas en la finca, relacionadas con labores del campo como entrar las yeguas, arar la tierra, cocinar… Ahora bien, los factores relacionados con los educadores se encuentran ceñidos a la salud mental y consecuencias del encierro por la cuarentena vivida, donde se pueden mencionar el desánimo y la angustia ocasionada por la baja participación de personas en el proyecto, el bajo interés de los estudiantes en el proceso de aprendizaje, la preferencia por otras actividades de uso del tiempo libre como jugar fútbol y el miedo de las familias por recibir visitas o generar cualquier tipo de contacto entre los educandos y otras personas. Teniendo en cuenta estos factores, se realizó un sondeo donde se llamó a cada una de las personas interesadas en participar o que tuvieran alguna curiosidad por hacerlo y se obtuvieron resultados catastróficos en cuanto a la conectividad que tenían las familias de la zona rural. Por tal motivo, se construyó una metodología de semipresencialidad personalizada, donde se enviaban videos por medio de Whatsapp -plataforma de comunicación escogida por adaptarse de mejor forma a las condiciones de las familias- que se comprendían de un calentamiento, contenido educativo y una pequeña tarea de aplicación de lo aprendido; posteriormente, se realizaban visitas personalizadas a cada hogar -manteniendo los protocolos de bioseguridad- donde se grababan las tareas para su posterior análisis y retroalimentación comunicada en audios de Whatsapp. Esta metodología se fue desdibujando con el tiempo, pues no se encontraron resultados positivos; en la mayoría de los casos, los niños no se interesaban mucho por ver el video hasta el final y por lo tanto, no realizaban las tareas, haciendo que las visitas fueran muy extensas mientras veían el video y afloraba su creatividad para las grabaciones.

Las instituciones educativas, tanto formales como informales debieron adaptarse a las nuevas formas de vida que impuso el distanciamiento social, entendiendo que en un contexto rural la forma de enseñanza del Colegio Pio XII -institución de educación formal- se limitó a dejar guías (hojas con contenido y talleres), una metodología de la que no se alejaban mucho los primeros esbozos de acercamiento utilizados por el proyecto con los niños y jóvenes de las veredas. Se puede reflexionar que estos acercamientos deficientes se identifican mucho más con la instrucción, puesto que:

…los fines de la instrucción son los de introducir al alumnado en la racionalidad de la sociedad actual, su lógica, condiciones de competitividad, con vistas a que el individuo sea eficiente e ilustrado integrante de esa sociedad. Pese a tener estas características tan limitadas, existe un sentido común generalizado que reduce la noción de lo educativo a la instrucción y en particular a la que se realiza en la institución escolarizada (Jara Holliday, 2018: 238).

Así bien, la educación -principalmente formal- durante la pandemia se concentró en fortalecer y fijar competencias en los educandos, es decir, se dirigió a convertir a los estudiantes en seres de competencia para obtener buenos resultados reflejados en buenas notas, en ganar el año. Se descuidó el sentido profundo de la educación, entendida por Jara Holliday “como un proceso humano y de humanización individual y colectivo, dinámico, activo, creador, en el que intervienen sujetos y actores específicos, que se interrelacionan mutuamente para gestar nuevas capacidades, habilidades, conocimientos y procesos de acción- reflexión” (2018), que en medio de las dificultades comunicativas es entendible, pero hubo suficiente tiempo para afrontar el reto y renovar las estrategias de enseñanza.

Una vez superados los picos de pandemia y permitidos los primeros contactos humanos -con el uso del tapabocas-, se transformaron las actividades y metodologías. Las reuniones -tan necesarias para el ejercicio teatral- se empezaron a posibilitar y el panorama fue prometedor. Las sesiones-talleres representaron una mejora en todos los aspectos del proyecto, retomando relaciones pertinentes para la liberación entre educadores y educandos.

En contextos educativos, el enseñar y el aprender han estado indisolublemente vinculados, de tal forma que es imposible comprender cómo aprenden los alumnos si no se tiene en cuenta al mismo tiempo cómo plantean y gestionan la enseñanza los profesores, y es imposible entender y valorar la enseñanza y la actividad educativa de los profesores al margen de su incidencia sobre el aprendizaje de los alumnos (Valencia Maya, 2021: 20).

De esta manera, se empezaron a consolidar vínculos sólidos y cercanos entre educadores y nuevos participantes.

Durante el inicio de las sesiones, se destacan comportamientos inusuales en contraste con la normalidad pre-pandemia. Ejemplificando ello, es curioso notar cómo los niños, niñas y jóvenes al empezar la clase agrupan sus teléfonos en las mesas, o piden que sean guardados a los educadores. Esto puede interpretarse como un distanciamiento voluntario y autónomo de la virtualización de la vida -fomentada y legitimada por diversas instituciones en medio de la pandemia-, para abrirse al juego de lo físico y creativo, del teatro, de lo novedoso.

En esta fase de presencialidad, se presentó una paradoja bastante interesante en relación con la situación atravesada por el proyecto durante la pandemia: a pesar de que existe una conectividad a internet limitada, se analiza dentro de las sesiones de taller, que los niños, niñas y jóvenes están influenciados notablemente por redes sociales que se enfocan en producción de contenido audiovisual, como Tik Tok, Kwai e instagram -en menor medida-, evidenciado en sus comentarios sueltos y el pago penitencias -de juegos de atención- con bailes y movimientos virales en estas plataformas. Este hecho muestra “la concepción de las tic como mediadores simbólicos, es decir, como herramientas con las que las personas construyen la representación del mundo, y que se incorporan mentalmente para dar como resultado sistemas de pensamiento desarrollados por la cultura” (Valencia Maya, 2021: 37)

El abordaje de esta nueva realidad, mucho más permisiva y pertinente para las actividades propuestas, se fundamentó en el uso del lenguaje amoroso necesario en una educación para la liberación, que siguiendo las teorías constructivistas vistas desde Valencia Maya, ven la educación como “un proceso comunicativo y, por tanto, el aprendizaje que ocurre en contextos educativos es una actividad social que implica la interacción entre los participantes, gracias al uso del lenguaje como medio y como acción” (2021), por tal motivo, se ratifica lo fundamental del lenguaje en los ejercicios educativos que se ven atravesados por situaciones incontrolables de salud pública como una pandemia.

En el 2021 se retoman las actividades presenciales casi por completo, se inicia con alrededor de 20 niños, niñas y jóvenes que permanecen durante todo el proceso, las herramientas lúdicas y pedagógicas utilizadas se basan en el juego y la improvisación, los juegos grupales se destacan, sin embargo, este grupo es bastante enérgico y disperso, los participantes oscilan entre los 9 y 12 años en su gran mayoría, y atraviesan una etapa de rebeldía buscando desobedecer a cualquier autoridad. El proceso inicial es complejo, debido a estas características, pero los participantes, pese a su actitud, siempre muestran interés por permanecer en los talleres. Una vez avanza el proceso se plantea realizar una creación escénica donde participan todas y todos, esta creación inicia con una propuesta de los educadores que estimula la memorización de acciones y texto y a la creación de cuadros escénicos, continua con los aportes de los estudiantes, en este punto resalta el compromiso y entrega, la creatividad e interpretación y el liderazgo de algunos de los participantes. La creación artística deja unos importantes hallazgos en cuanto a la importancia de la inmersión de los participantes en todo el proceso, dándoles responsabilidades específicas en el grupo de trabajo.

  

Conclusiones: Contemplando la realidad desde los principios de un semillero

Pese a que la propuesta pedagógica en construcción puede parecer aún incompleta, incluso contradictoria entre los aportes que a ella hacemos tanto la Corporación Eleusis – Nido Colibrí y el Colectivo Artístico Teatral Ubuntu, incluso la Universidad Nacional de Colombia, hemos mostrado antes que los dos primeros, al menos, coinciden en unos principios que presentamos ya en tres capas: los de la naturaleza, los de la animación sociocultural en cuanto técnica y los de la actitud abierta y crítica ante las tecnologías particularmente las de la virtualidad que nos han permitido suavizar los efectos de la pandemia del coronavirus. Por otra parte, desde nuestra mirada como agentes gestores de un proyecto es extensión solidaria, reunimos en cuatro dimensiones o variables, nuestras observaciones, producto de una evaluación in-post realizada en varias reuniones en la etapa de finalización del proyecto Artes vivas en la vereda. Todo esto nos permite unas conclusiones sintéticas, para las cuales la tabla de capas vs. variables, facilita nuestra comprensión.

Naturaleza Animación como técnica comunitaria Tecnologías de la virtualidad en la pandemia
Ubicación Se desplegaron unas técnicas por tipos de ubicación (presencial, a domicilio y virtual) Los celulares permitieron envíos de videos con orientaciones, con efectos limitados.
Actores Los participantes, sus familias y la Junta de Acción Comunal tienen una mayor cercanía con códigos de cuidado o identificación con la naturaleza Les talleristes, así como también los profesores disponen de conocimientos en esta dimensión técnica. Los primeros en lo no-formal (animación), los segundos en lo formal Los participantes muestran un interés y familiaridad creciente con las tecnologías de los celulares y códigos que se construyen en torno a estos.
Administración La ejecución del proyecto, los talleres, eventos, etc. depende de esta dimensión administrativa, la cual tiene también un carácter técnico a veces vinculado de manera consciente con una visión formativa, en perspectiva tecnológica.
Pedagogía Los principios del Nido Colibrí se insertan en tradiciones pedagógicas que resaltan nuestro vínculo con la naturaleza – Madre Tierra, tanto en la historia de la modernidad occidental, como en varias pedagogías alternativas (o de matriz inversa) La animación, en cuanto técnica se mantiene a distancia de la perspectiva tecnológica, sin por ello rechazar el cuidado en la aplicación de las técnicas de concientización, planificación de la acción y retroalimentación crítica. Hay observancia de las posibilidades de la tecnología para solucionar problemáticas en la pandemia, sin dejarse llevar por ello de triunfalismos que declaren o impongan controles de la voluntad de los sujetos en aras de modelos tecnocráticos.

 

Así observado este cuadro, podemos lanzar algunos planteamientos generales sobre acciones que a nosotrxs nos han permitido responder a las dificultades y retos de la pandemia, particularmente en contexto de formación artística crítica y educación popular en el campo

  • La vinculación de actividades en que se da un alto valor a la experiencia de estar en la naturaleza, fomentando su cuidado y respeto, ha otorgado sentido a muchas de las acciones del proyecto, desde los talleres de identificación y movimiento con los elementos de la naturaleza hasta algunos talleres de artesanías y conocimientos pre-colombinos, particularmente elaboración de quipus. Esta dimensión por momentos parece inconsciente en nuestras prácticas, de manera que valdría la pena reforzarla y construirla de manera más explícita. Por su presencia y actividad en el campo, los padres de familia pueden ser una fuente muy importante de conocimientos y valores que deberían ser incorporados en las prácticas de los talleres. Esto último siendo extensivo a la educación popular, en cuya tradición no ha sido extraño que la educación de adultos comience por el gancho de la atención a la infancia y la juventud.
  • Hay que sistematizar las dinámicas, actividades e iniciativas que permitieron superar el aislamiento durante la pandemia. En el futuro será ventajoso tener estas experiencias incorporadas para atender urgencias semejantes. Como en el caso de las clases cortas a domicilio, con apoyo de tareas grabadas en video, fue una propuesta que permitió observar la relación de los niños y las niñas con la tecnología. Esta atención sensibilizó a les talleristes que fueron capaces de reconocer el lugar de las plataformas de creación audiovisual en la vida de las nuevas generaciones del campo. Talleres con uso de teléfonos vale la pena seguirlos explorando.
  • Adicionalmente, hay que resaltar que, pese a que los jóvenes tienen una relación más cercana con las tecnologías, son capaces de tomar distancia e imponerse ayuno de celular, como cuando llegan al taller y piden que se les recojan a todos estos equipos para que no interfieran con el taller. Este tipo de gestos en las nuevas generaciones pueden darnos una idea de lo que podría ser un límite en el uso de tecnologías en casos de sobreexposición, como lo ha sido recientemente en la pandemia. Podríamos incluso imaginar escenarios de resistencias por construir, en que la calidez humana de las artes sea cultivada por encima de la fascinación de los medios masivos de comunicación.

Esta mirada, nos permite tomar consciencia de dos filones valiosos en los procesos de la educación popular, educación propia, educación social, educación ambiental, e incluso educación intercultural en perspectiva latinoamericana, en todas las cuales está emergiendo la agroecología como un polo atractor y generador de acciones. Pero al mismo tiempo, también nos damos cuenta del lugar creciente que ocupan los medios audiovisuales en la vida cotidiana de las nuevas generaciones, incluyendo las contradicciones y posibles hastíos que puede generar, abocándonos a miradas críticas al respecto que rescatan lo auténtico, incluso lo ancestral. Parece que estamos –cuando pensamos en nuestras prácticas en diferentes pedagogías críticas- en un balance entre estos dos polos. ¿Nos mantendremos ahí? ¿Valdrá la pena desequilibrar esta balanza?

 

Bibliografía

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[1] Colombiana. Profesional en Gestión Cultural y Comunicativa, egresada de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales. Integrante del Colectivo Artístico Teatral Ubuntu y de la Corporación Eleusis – Nido Colibrí. Contacto: ljuradog@unal.edu.co / Registro ORCID: https://orcid.org/ 0000-0002-3883-2844

[2] Colombiano. Antropólogo y profesor del departamento de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales. Doctor en Educación y Sociedad por la Universidad Autónoma de Barcelona. Lidera organizaciones culturales como la Corporación Eleusis – Nido Colibrí y la Coral Santa María. Contacto: jolozanoe@unal.edu.co / Registro ORCID: https://orcid.org/ 0000-0003-1836-3304

[3] Colombiano. Profesional en Gestión Cultural y Comunicativa, egresado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales. Integrante del Colectivo Artístico Teatral Ubuntu y de la Corporación Eleusis – Nido Colibrí. Contacto: cridmartinezrom@unal.edu.co / Registro ORCID: https://orcid.org/ 0000-0003-4272-9361

[4] Colombiano. Profesional en Gestión Cultural y Comunicativa, egresado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales. Integrante del Colectivo Artístico Teatral Ubuntu y de la Corporación Eleusis – Nido Colibrí. Contacto: amoras@unal.edu.co / Registro ORCID: https://orcid.org/ 0000-0003-2570-6352

[5] Colombiano. Profesional en Gestión Cultural y Comunicativa, egresado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales. Integrante del Colectivo Artístico Teatral Ubuntu y de la Corporación Eleusis – Nido Colibrí. Contacto: anmpinedamo@unal.edu.co / Registro ORCID: https://orcid.org/ 0000-0002-4242-3875

[6] El concepto de extensión solidaria, en la Universidad Nacional de Colombia, señala las iniciativas de contacto con la realidad social. Otras instituciones se refieren a este campo como “servicio”, “interacción” o “comunicación con la sociedad”. En esta universidad hay mucha producción sobre estas diferentes conceptualizaciones y sus matices (Gómez de Mantilla & Figueroa Cháves, 2011). Otras instituciones no de educación superior han empleado a veces esta palabra en un sentido similar, como es el caso del Servicio de Extensión Rural de la Federación Colombiana de Cafeteros, o el de la Agencia de Desarrollo Rural, también en Colombia. Usos recientes del concepto en otros países cubren la formación en zonas rurales y en la producción agropecuaria.

[7] Los Llaneros Arroyados es el grupo de teatro infantil y juvenil generado en el proceso de talleres organizados por el Nido Colibrí y el Colectivo Artístico Teatral Ubuntu en la vereda Llanitos, al que concurren estudiantes del colegio Pío XII, ubicado en el centro poblado de dicha vereda. Estos integrantes provienen especialmente de las veredas Llanitos y El Arroyo, de donde surgió este nombre hacia agosto de 2019. Las edades de los participantes oscilan entre los 8 y los 19 años.

[8] Como se verá, hemos elegido utilizar un género indefinido para todas las segundas y terceras personas plurales a que nos referimos en el presente ensayo. Esta indefinición se expresa evitando las vocales “a” y “o” en la sílaba que marca el género. Las vocales “e”, “i”, “u”, e incluso la consonante “x” podrán ser usadas en su lugar, expresando la complejidad y a la vez la irrelevancia de marcar el género de estas personas para los fines de este escrito. Para la lectura en voz alta, esto invita a un juego provocador que induce a desformalizar este tema, rompiendo las aspiraciones de autoridad de algunus lectoris.

[9] A mediados del año 2019, cuando los talleres de teatro y danzas se realizaban en la sede de primaria del colegio Pío XII, hubo un incidente de pelea detenida por los talleristas, pero no informada a los profesores de la institución educativa. Al ser informados a través de algunos padres de familia, se generó un ambiente de crítica hacia los talleres, en que se cuestionó la idoneidad y señaló la inexperiencia en docencia de estos jóvenes universitarios. Gracias al acercamiento a algunos padres de familia se logró su apoyo. Sin embargo, el incidente reveló también las barreras del sistema educativo formal, cuyo estilo disciplinado y controlador no parece compatible con unas prácticas formativas artísticas que a sus ojos son una fuente de desorden. Sin embargo, la institución educativa mantuvo cierto apoyo al proyecto que no incluyó el préstamo de sus espacios para las actividades, solo permitir la difusión de la información entre sus estudiantes.

[10] Les autorxs del presente artículo.

[11] Pueden encontrarse estas referencias en las primeras fichas de actividades realizadas en vacaciones campesinas del año 2017.

[12] En otras regiones del país se utiliza la expresión “salón comunal”. Es el espacio de reuniones administrado por la Junta de Acción Comunal de la vereda, reconocida también por ser la única vereda que ha tenido tal organización funcionando durante un período en que sus análogas en otras veredas estuvieron inoperantes.

[13] Los talleristxs fueron: Anthony Mateo Pineda y Laura Jurado Guevara, integrantes del Colectivo Artistico Ubuntu, quienes condujeron el proceso pedagógico y creativo. Cristhian Martínez y Andrés Mora, colaboraron ocasionalmente en los talleres y estuvieron centrados en aspectos de la gestión del proyecto, al igual que Javier Lozano. Sebastian Vargas, fue tallerista de danzas, Estefanía Hurtado de canto y música, ambos participaron por dos meses en el segundo semestre de 2021. De manera puntual, Pablo Castro Muñoz y Camilo Meñaca Puentes, dieron el taller de máscaras y títeres. Sebastián Párraga, uno de cuentería, Mayra Alejandra Chindoy, uno de tejido en chaquira y Lucero Álvarez, uno de quipus incas, ofrecido informalmente mientras transcurría la Fiesta Campesina. Por sus niveles de formación, dos de ellos han estado vinculados como docentes universitarios, todos los demás como estudiantes en áreas artísticas o sociales. Algunos habitantes del Nido Colibrí, y amigxs o colaboradorxs de Ubuntu, acompañaron algunos talleres sin ser talleristas. En la óptica del grupo, algunos de ellos pudieron ser identificados también como “profes”.

[14] Puede resumirse, entendiendo lo técnico como lo metodológico, el nivel práctico de lo pedagógico comunitario, es decir de la animación sociocultural, y lo tecnológico, referido al uso de equipos tecnológicos.