Trenzar. Revista de Educación Popular, Pedagogía Crítica e Investigación Militante
Nº6, Año 3, abril – septiembre 2021: 115-128
Red Trenzar: Santiago de Chile
ISSN (online) 2452-4301

ENTREVISTA


“¿Y no ha venido la compañera María?” La Educación Popular y la autonomía, mucho más allá de la plusvalía: Entrevista a Edmundo Murrugarra Florián

“Has comrade Maria come?” Popular Education and autonomy, far beyond surplus value: Interview with Edmundo Murrugarra Florián

 

Ian Gabriel Couto Schlindwein [1],

Patricia Cristina Faria Bonani[2],

Juan Miranda González [3],

Carolina de Roig Catini [4]

Diogo Valmor[5]

 

Recibido: 31 de julio de 2020 / Aceptado: 05 de abril de 2021

Resumen:

En visita a Lima en medio de la búsqueda por experiencias de Educación Popular, entrevistamos a Edmundo Murrugarra Florián, que nos recibió en su departamento con jugo de lúcuma y muchas historias para contar en la tarde del 6 de diciembre de 2018. Edmundo nació en 1937, en Cajamarca. Sociólogo y educador, fue uno de los fundadores de la Vanguardia Revolucionaria en los años 60 y fue parte de la Izquierda Unida. Después fue Senador y también miembro del Consejo Nacional de Educación. Compartimos aquí esa conversación, por la reflexión crítica que contribuyó a nuestra militancia por la educación actual. Trata de las dificultades de la resistencia frente a la intervención neoliberal del Banco Mundial en la educación en nuestro tiempo, pero también de la actuación de la izquierda frente a la gravedad de los dilemas presentados por la guerrilla armada y grupos vanguardistas en la segunda mitad del siglo pasado. De la persistencia de la Educación Popular entre los pueblos que resguardan culturas no capitalistas, sobre la crítica a las prácticas que se pretendían revolucionarias pero que crearon otras formas colonizadoras, Edmundo nos enseña el papel de la memoria para inventar caminos de luchas educadoras.

Palabras claves:

Educación Popular,

Resistencia,

crítica a las prácticas,

colonización,

luchas educadoras,

 

Abstract

In a visit to Lima in the midst of the search for Popular Education experiences, we interviewed Edmundo Murrugarra Florián, who received us in his apartment with lucuma juice and many stories to tell on the afternoon of December 6, 2018. Edmundo was born in 1937, in Cajamarca. Sociologist and educator, he was one of the founders of the Revolutionary Vanguard in the 1960s and was part of the United Left. Later he was a Senator and also a member of the National Council of Education. We share that conversation here, because of the critical reflection that contributed to our activism for current education. It deals with the difficulties of resistance to the neoliberal intervention of the World Bank in education in our time, but also about the action of the left in the face of the seriousness of the dilemmas presented by the armed guerrillas and avant-garde groups in the second half of the last century. From the persistence of Popular Education among the peoples that protect non-capitalist cultures, on the criticism of the practices that were claimed to be revolutionary but that created other colonizing forms, Edmundo teaches us the role of memory to invent paths of educating struggles.

 

Key words:  Popular Education, Resistance, Criticism of practices, Colonization, Educating Struggles

 

***

Entrevistadores: ¿Las luchas son educadoras?

Edmundo: Claro, la lucha es educadora. Es la maestra, pero la lucha tiene un rango de manifestaciones mil y la izquierda, la nuestra, la colonial, nosotros, ¿qué entendemos por lucha? La huelga, tirar piedras, pedir un aumento del salario… Y en educación, Mariátegui tiene una frase lapidaria que dice que maestro que reduce su lucha a soles más, soles menos, no tiene nada que ver en el marxismo, no se da cuenta que tiene la bomba atómica a su disposición. ¿Cuál es la bomba atómica? La subjetividad, el imaginario de millones de personas, porque el poder no nace del fusil, del fierro. Nace de la energía que brota de la imaginación y voluntad humana. De ahí nace el poder. Entonces, dedícate a disputar esa imaginación y a construir esa voluntad. Por ejemplo, a los militantes antes les decíamos: tú tarea, es formar la célula, ir a la fábrica, formar el sindicato, pero nadie iba a disputarle al cura la misa. Yo ahora les digo a los militantes, tienen que hacerse cargo de la fiesta de su pueblo y ahí está la disputa del imaginario. También es en la huelga, pero no disputamos a la iglesia. Dentro de la iglesia había disputas y fuertes. Algunos de la iglesia nos han apoyado. Vanguardia (Revolucionaria), particularmente, recibió mucho apoyo de los jesuitas, ellos nos escondían en los pueblos, nos daban comida. Porque los jesuitas siempre están en el borde, pero nunca entramos a disputarles, sino en juego. En cambio, lo que han hecho nuestros pueblos, por millones y durante siglos ha sido disputar ¡disputar! ¿Por qué en el altiplano no puede salir la Virgen Candelaria y en el lado boliviano, no puede salir el Cristo del Gran Poder, sin la compañía de miles de diablos? ¿Acaso no era el diablo el mal? Es que fracasó la evangelización en aspectos centrales, por eso la Virgen baila con sus diablos.

Otro ejemplo. De niños y de jóvenes lo hemos hecho espontáneamente. En Semana Santa San Juan, el discípulo más fiel de Jesús, era el santo de los muchachos. Los viejos lo amarraban con muchas sogas para que no se fuera a caer y lo llevábamos para un lado y para otro, tambaleando. Porque los del partido aprista y le ponían una estrella, pero también venían los universitarios rojos, comunistas y le ponían la hoz y el martillo. Era como un juego, hasta que venían los mayores y le quitaban todo – ¡pues muchachos que hicieron! Nos decían. Pero al irse, nosotros los muchachos, seguíamos disputando, jugando. Pero todo eso era espontáneo, no estaba planeado, porque como izquierda que copiaba el socialismo europeo ilustrado creíamos que el sentimiento religioso se borraría, desaparecería, cuando se llegue al poder y se haga la revolución. Ese es el razonamiento básico del determinismo económico. Éramos, pues, una izquierda colonial.

Otro tema es el de la motivación. Siempre se dice que el maestro tiene que motivar a los muchachos. Eso es una barbaridad porque supone que los muchachos o estudiantes de cualquier edad no están motivados, no tienen motivos para vivir y actuar. Y en tratar de motivarlos se emplea mucha energía con muy poco o ningún éxito. El maestro tiene que ser como un surfista, él tiene que montarse en la ola ¿y cuál es la ola? La motivación de los muchachos, lo que quieren hacer. Es lo más potente. Entonces lo que tenemos que hacer es investigar con los mismos muchachos qué es lo que quieren hacer. De esa manera no va a tener que gritar porque va a estar montado en la ola de su motivación propia. Es más divertido trabajar así porque el otro gran problema de la educación es que el profesor se aburre y termina aburriendo a los estudiantes.

Para esta orientación, la administración escolar es la clave. Nosotros en el 98 tuvimos la suerte de tener un ministro de educación que estaba loquísimo y dijo: un tercio del tiempo escolar lo deciden las mismas escuelas, los profesores y estudiantes. ¿Qué van a hacer? Si van a bailar, pelear, van a comer lo deciden ellos. Entonces nosotros agarramos ese tercio del tiempo escolar. Llegamos a un tema clave para que la educación tenga éxito, la autonomía de la escuela. Lo que ha ocurrido en estas últimas décadas es que se ha destruido lo poco de autonomía que tenía la escuela. Desde el Ministerio de Educación deciden prácticamente todo. Según la ley, el Ministerio solo tiene que diseñar un marco curricular nacional, ¡un marco! pero no decir lo que se hace todos los días, eso debe decidirlo el grupo escolar, los profesores, para eso son profesionales.

Y esto encuentra su contraparte en el sindicato, socialista, de izquierda. Renuncia a la dignidad profesional docente. Dice: somos trabajadores y eso del currículo lo debe decidir el patrón. Igual que en una fábrica, el modelo del carro o del celular lo decide el patrón, el trabajador solo tiene que trabajar, ejecutar planes, directivas. Entonces, hoy en día el tema del currículo, la gestión de la escuela, la infraestructura, el poder, todo eso lo decide el Ministerio, con el Banco Mundial – cuando pone plata –, o con las iglesias. Pero los grandes educadores decían que eso lo debían decidir los maestros. Eso se ha perdido. Ahora es una lucha para recuperar la escuela, pero primero hay que recuperarla en el corazón de los maestros. Ese es el daño que ha hecho el socialismo colonial, que hemos hecho, porque yo también he sido parte de ese socialismo.

Entrevistadores: Y acá en el Perú, antes de la dictadura o en algún momento, ¿existió algún movimiento docente que apelara a la reapropiación del papel del profesor en la escuela en todo su sentido?    

Edmundo: Eso fue lo que se perdió cuando desde los sesenta la izquierda se hizo poderosa en el magisterio. Hasta los sesenta y setenta quedaron los últimos maestros que eran grandes educadores. Warisata, por ejemplo, es el modelo de escuela autónoma que ese ayllu boliviano en la frontera con Perú hizo funcionar desde los años treinta. Muchos maestros iban a visitar Warisata como premio a su labor. Era una escuela indígena que duro hasta la década del cincuenta en que el Gobierno del MNR en Bolivia la cerró. Pero hay muchísimos educadores. Con frecuencia se menciona a Encinas, Peñaloza, a Caro Ríos, a Arguedas, entre otros tantos.

Durante mi participación en el Consejo Nacional de Educación, hicimos dos congresos pedagógicos para promover ese sentimiento autónomo, esa conciencia del maestro como profesional de la pedagogía y del aprendizaje y que el ministerio lo que debe evaluar es eso, el avance los estudiantes en su aprendizaje integral. Porque ocurre que con la influencia nefasta del neoliberalismo solo se evalúa capacidades de matemáticas y comunicativas, sin importar si el estudiante es ladrón, mentiroso o individualista. Al Ministerio no le importa. Ahí tenemos las raíces de los actuales resultados en la política peruana. Los últimos siete presidentes de la República enjuiciados y algunos ya sentenciados por corruptos y cientos de altos funcionaros civiles y militares.

Entrevistadores: Otra cosa que nos gustaría saber es este paralelo de Educación Popular aquí en el Perú, si había prácticas de Educación Popular en los movimientos revolucionarios.

Edmundo: Hay escuelas campesinas, por ejemplo, nosotros (Vanguardia Revolucionaria) tuvimos escuelas campesinas, pero eran escuelas con la marca colonialistas. Recuerdo que llegué al campo, al Cuzco, y en el momento del descanso de la escuela unos dirigentes me preguntaron: “¿Y no ha venido la compañera María?” Yo les pregunté a qué compañera María se referían y me dijeron – mostrándome un pizarrón: “Pues ahí dice, en la pizarra está escrito el nombre”. Me dolió tanto ¡Pues era la palabra plusvalía! Los participantes eran compañeros quechua hablantes que escuchar y ver escrita la palabra plusvalía, por su sonido lo más cercano que conocían, pensaron que debería ser María. Ahí pensé que estábamos haciendo la misma vaina que hicieron desde hace cinco siglos los colonizadores. Eso era colonización. Sin respetar la lengua de los hermanos quechuas y, con eso, sin respetar su concepción del mundo en que todos los seres tienen voluntad y derechos, por lo que el concepto plusvalía queda estrecho. Y sin tener en cuenta su experiencia inmediata en que el trabajo asalariado es menor.

Lo mismo que hace la academia ¿no? El otro día estábamos con uno de estos grupos académicos y uno se quejó de que los estudiantes no entendían el giro ontológico. No soporté y le dije ¡¿Y qué mierda es el giro ontológico?¡ ¿Cómo le vas a decir giro ontológico a un grupo de personas que se inician en la vida académica? Así nos atarantan y atemorizan los profesores en la universidad. Escuchando esas palabras el estudiante se dice ¿cuánto sabe carajo ese pata? Que ignorante soy yo. Es la construcción de la jerarquización. Es brutal en el sistema educativo. No hay un esfuerzo del profesor de acercarse a la concepción del otro.

Entonces, Educación Popular aquí, la más importante sobrevive porque sobrevive en las comunidades, en los barrios. Es la educación indígena. Pero no solamente indígena en el sentido originario, pero también de otros pueblos: chinos, japoneses, los negros y mestizos… Ahí hacen Educación Popular. Porque siguen los pasos pedagógicos que corresponden a su cultura. Cada cultura tiene su pedagogía. En general, comparten estos pueblos antiguos no modernos una pedagogía. Y la primera tarea es descubrir y valorar esas pedagogías.

Y la modernidad implica siempre otra pedagogía: la pedagogía de la jerarquización. ¿Por qué? Porque ha asociado, desde Grecia, el pensamiento analítico, los conceptos con conocimiento, ese es el saber, es la verdad. Lo que saben los pueblos es doxa, supercherías. Todo el debate de Sócrates ahí, todos los trabajos del discípulo de Sócrates que escribe todos los diálogos, Platón. Es la construcción de una jerarquía. ¿Y cuál es la jerarquía? El análisis conceptual es saber. Él que no usa esa capacidad no sabe, es ignorante. Una gran concesión hizo la academia al llamar a ese saber folklore. Saber de menor valor. Bueno, son miles de años, que en los últimos siglos se llama modernidad, desarrollo y progreso. Otras teorías pedagógicas no han sobrevivido, o resisten arrinconadas, desplazadas. Esas pedagogías que afirman que también aprendo con todo mi cuerpo y con el corazón. El amor, los afectos, la imaginación son potentes dispositivos de aprendizaje. Eso tiene que ganarlo el maestro, saliendo del pliego economicista que los reduce a soles más, o soles menos.

Cada vez que me llama una escuela para hacer un proyecto, mi trabajo es con los maestros, empiezo preguntándoles: “¿Están contentos con el sueldo?”. Me responden “No”. “¿Están contentos con el trato del ministerio?”. “No”.  Entonces ¿para qué vienen? A aburrirse y aburrir a los muchachos. ¿Porque no le damos vuelta al orden actual? Esas cinco horas que nos paga el gobierno para aburrir a estos treinta muchachos, ¿por qué nos las usamos para jaranearnos? ¡vamos a gozar, vamos a reír! Así, riendo se aprende a sumar, a rezar, el álgebra, todas las cosas, todo se aprende. Pero eso supone otro orden de los temas y otro horario. Por eso es necesaria la autonomía. No los que imponen el Ministerio. La diversidad de grados, de ritmos y formas de aprendizajes, requieren experiencias en que unos facilitan a otros… Eso no puede ser ejecutado porque tu hora dura 50 minutos y después entra otro profesor. Puro discurso. Por eso es natural que estemos esperando el campanazo de recreo para poder saltar y gritar “¡Uaaa!”. La alegría, el gozo están excluidos. Queda el rastro de la letra con sangre entra.

Bueno, en el caso de las pedagogías de los pueblos, hay muy poco trabajo hecho. Porque el Ministerio no se ha preocupado de hacer un convenio con las universidades para ese estudio. Lo que hay son etnografías de antropólogos o de cronistas antiguos, o de periodistas, que se preguntan cómo aprenden los chiquillos de los pueblos, los niños, los jovencitos…

Entrevistadores: ¿Y cómo ustedes hacían las formaciones en la década de 60 en los partidos…? ¿Había experiencias en ese periodo?   

Edmundo: Había grandes maestros. Primero que las escuelas eran más autónomas. El ministerio estaba lejano. Hace pocos años un banco comercial hacia un concurso ‘Maestro que deja huella’. Un concurso en el que invitaba como jurados a miembros del Consejo Nacional de Educación. ¿Cuál era la constante que se constató? allí donde el ministerio no llega, ahí donde la dirección local o regional no llega, ahí se puede hacer alguna cosa buena. No hay Estado que joda ahí. Le preguntamos a uno de los ganadores ¿Cuál es el factor principal para que hayas podido hacer estas cosas? Su respuesta fue, la camioneta de la Unidad de Gestión de Educación no puede entrar porque la carretera termina a dos horas de la escuela. ¡Y claro!, Los empleados del Ministerio no entran porque tendrían que caminar sobre el barro. Felizmente no llegan, decían. ¿Qué es lo que habían hecho de manera autónoma? Como no había mano de obra para cosechar el café maduro sumaron fuerzas la escuela, los estudiantes y sus familias cafetaleras para solucionar tres problemas, enseñanza, aprendizaje y cosecha oportuna del café. Los padres asumieron tarea pedagógica al enseñar a los estudiantes cuándo es que cada planta de café madura sus frutos a distintos ritmos, por eso no se puede jalar todos los frutos de una rama porque ahí van verdes, maduros, medianos y secos. La cosecha de café especial es grano por grano. Solo se recoge las cerecitas rojas, las maduritas. En eso destacan mujeres y niños. Claro, viene el debate con Unicef sobre si es trabajo infantil o no. No conciben que el aprendizaje, la pedagogía, incluye el gozo y el juego de estudiantes y profesores en la vida productiva. El profesor tenía el acierto de aprovechar las actividades para lograr aprendizajes. Aprendieron con la cosecha del café. Igual habían logrado otros profesores con el fútbol. ¿Y el currículo del ministerio ¿qué me pide? Que cada mes avancen tales o cuales unidades, promoviendo tales y cuales capacidades, sin relación con lo que quieren los niños, jóvenes y adultos. Para eso es el pedagogo, para adecuar el orden de unidades de aprendizaje en relación con lo que mes a mes quieren y hacen estudiantes y sus familias Es otro ritmo. Eso es posible con la autonomía de la escuela. En el tiempo que estuve en el consejo, vi que los maestros que ganaban los concursos nunca eran de una zona donde la autoridad pude llegar rápido, ¡no! Eran de zonas marginales de las ciudades o en el campo.

Entonces, lo que yo promuevo es Educación Productora Intercultural. Se aprende produciendo y gozando con el esfuerzo compartido. ¿Qué se produce? Todo. Desde una poesía, un canto, un rito, un partido de fútbol o una escultura o una planta de café y una taza de café. Pero produce algo. Entonces a los diecisiete o dieciocho años estas hecho un productor. Un ciudadano que puede hacer democracia. De lo contrario, como quieren los currículos del neoliberalismo, habrás formado personas para consumir, pero sin las capacidades para financiar ese consumo. Tendrá el hábito de estirar la mano o alzar el puño militante. Pero no el de agarrar sus herramientas y con la frente en alto decir: “puedo hacer una mesa, una cama?” Porque tienen imaginación y la convicción de que puede hacerlo. Y no agachará su dignidad. La tragedia de la educación actual es que suma fuerzas con la televisión, la radio, el periódico, y la publicidad callejera que ofrece bienes y servicios a consumir. Pero ni la escuela y menos los medios de comunicación le enseñan a generar los ingresos para pagar ese consumo. O te los da el Estado o tú los produces. Los padres te pueden acompañar hasta cierto momento, pero después se mueren también y tú tienes que tener tus propios recursos y si no los tienes, estás condenado. Eres un candidato a la corrupción, a hacerte delincuente, a engañar a los clientes, a los funcionarios.

  • Esto en las décadas de neoliberalismo se ha acentuado. En el currículo actual ya han metido algo relacionado con la producción, han incluido el emprendedorismo, para que seas empresario. Pero no te han dicho y menos entrenado “¿qué y cómo producir?”. No, tienes que ser empresario, sinónimo de ser rico. ¡Emprendedorismo para hacerte rico! Sin enseñarte a producir, aunque sea un pan primero para llevar a vender, que siembra una papita y la llevas al mercado para tener ingresos.

Entonces vino el debate con mis camaradas y con algunos curas amigos. Me decían: ¡No! Tú les estás enseñando a ser capitalistas. Y llegamos a un tema heredado del socialismo copiado y calcado de Europa, que mercado es igual a capitalismo. Cerca de Lima en la costa norte existe la ciudad de Caral, una de las más grandes de América, cinco mil años de antiguedad, los restos arqueológicos de una ciudad gigantesca donde se intercambiaba de todo. Y no había capitalismo. Y mismo Marx, en algunos capítulos de El Capital, debe ser en el quinto o sétimo, después de analizar la milenaria producción mercantil simple, dice: “esto lleva lógicamente al capitalismo”. Punto. En el parágrafo siguiente al comenzar añade: “pero esto no pasó ni en China, ni en India, que tienen diez mil años de producción…” Claro, lógicamente, puede llevar a capitalismo, pero, históricamente, no llevó. Una cosa es lo lógico y otra es lo histórico ¿Por qué el capitalismo no existió en la Europa antes de llamarse Europa, ni en China o en la India? ¿Ni acá, en los Andes? ¿Por qué? Y había gigantescos mercados. Porque mercado, el intercambio, no es igual a capitalismo. La tragedia del socialismo en el siglo XX deriva de eso, de querer suprimir el mercado con el argumento que mercado es igual a capitalismo.

En fin… Y aquí la izquierda se negó a combatir el Sendero Luminoso. Porque decían que eran de izquierda. Partidos como Vanguardia, que ayudó a millones de comuneros siervos, a expulsar terratenientes, a convertirse en productores libres, a multiplicar por mil el mercado, vacilamos en combatir a Sendero cuando desató su guerra para desaparecer el mercado. Y ese fue mi fracaso personal. Expulsados los terratenientes nos preguntábamos “y ahora que no hay gamonales en el campo, ¿qué hacemos?” Una corriente propuso pasar a tomar el poder, la guerra. Y la corriente mayoritaria que yo encabezaba en VR proponía la lucha por la producción. ¿Por qué? Porque ya teníamos la tierra, ya tienes tu vaquita para dar leche. Pero ahora tienes que venderla y competir con los que importan la leche en polvo, con la Monsanto, con las redes gigantescas mundiales. Los enemigos ya no eran los terratenientes borrachosos. Ahora eran los poderes mundiales. Con los tratados de libre comercio, y por la construcción de economías regionales como la andina o la sudamericana. Fue muy débil mi argumentación.

Y era muy inicial la convicción de que la justicia social y el reparto no eran suficientes. Ya cuestionaba que la felicidad sea igual a propiedad privada de una inmensa cuantidad de cosas. ¿Qué cosa es la felicidad entonces? Un amigo que fue líder de la izquierda y alcalde de Lima, Alfonso Barrantes, nos preguntaba: “Que prefieren: ¿un millón de dólares o un millón de amigos?” Un día le pregunté: Y tú, Alfonso ¿por qué no quieres ser presidente? No pues, mejor es tener un millón de amigos, te resuelven todo. Se conectaba por teléfono y le resolvían todo. Era la lógica de los pueblos antiguos, ¿no? La prioridad de la amistad. Del cariño. Entonces ¿no necesita de propiedad privada? Pero ¿con qué vas a celebrar el santo de tu amigo? ¿De tu madre? ¿Con qué vas a hacer la fiesta de pueblo? Para eso necesitas vacas, carneros para matar, chicha, alcohol, ustedes necesitan cachaça para la caipirinha. La propiedad privada se legitima si es que sirve al bien común. En algunas experiencias de liberalismo, todavía la propiedad privada debe subordinarse al bien común. Por eso es que el Estado podía expropiar, bajo el argumento del bien común. Porque el bien común era prioritario. Solo que en el bien común no se incluía la fiesta. La civilización occidental no tiene a la fiesta como actividad organizadora de la vida en común. Los pueblos indígenas, amazónicos y afro todavía tienen la fiesta como el centro de su preocupación del ciclo anual.

En los pueblitos de costa sierra y amazonia reparten las responsabilidades anuales para la fiesta que es la celebración de la amistad. Y para cumplirlas hay que buscar plata. Tienen que bajar a la costa, trabajar y todo el vecindario tiene que colaborar con el responsable de tal o cual actividad. Cada habitante tiene que haber sido mayordomo alguna vez, o sea, ha organizado y financiado la fiesta. Eso se ha ido debilitando, pero quedan todavía fiestas donde los migrantes ayudan, porque las fiestas cada vez cuestan más. Sobre todo algunas actividades como la corrida de toros, que está decayendo. En esas ocasiones los niños aprenden más en la comunidad que en la escuela. Pero el aprendizaje en ésta te permite ascender, el aprendizaje de la comunidad no, no es valorado porque no valoramos esta cultura. Poco a poco descubriremos que en esas comunidades hay sabiduría que debemos aprender para salvar la vida humana en el planeta.

Por ejemplo, acabo de leer un trabajo titulado la Terra preta do índio, ¿Han escuchado eso? Acá está, “Espíritus o recursos naturales. ¿Son recursos naturales la tierra, los bosques, el agua o son espíritus? Repensando estas categorías” de Frédérique Apffel-Marglin. Son trabajos de antropólogos brasileros en la línea de Viveiros de Castro. También se aplica el marco conceptual de la física cuántica y todo eso. Antes los arqueólogos buscaban algo como Machu Picchu en la selva. Y no había. Es que no sabíamos ver. Hoy sabemos que la Terra preta do índio puede salvar a la humanidad, es una producción humana, es una hazaña cultural, no es natural, está construido. No son mitos. Las crónicas de los conquistadores que llegaron el siglo XV y XVI cerca de la Amazonía relatan que encontraron grandes poblaciones y ciudades. Todo eso desapareció, quedó muy poco rastro y uno de los rastros es la Terra preta do índio, es una construcción química, bioquímica, espiritual. Entonces lo que llamamos naturaleza existe también por la presencia humana. Las culturas concurrieron a formarla.

Entrevistadores: Es un misterio.

Edmundo: Y tenemos miedo al misterio. Todavía si eres marxista y dices tener miedo al misterio como la mayoría de la gente ya dejaste de ser marxista. ¿Por qué? Porque están suponiendo que el mundo es finito y que vas a terminar conociéndolo todo y eso es la negación de que el mundo es infinito, como sostiene el materialismo dialéctico. Y si es infinito, siempre habrá áreas, experiencias que no entiendes, que son un misterio. Reivindicar este sentimiento del misterio. Frente a un terremoto o ante un fogonazo de luz o en la oscuridad total o ante el sonido estremecedor, vives una conmoción. Entonces se reacciona de diferente manera, en la religión que conozco la Católica ya está pautada la reacción, el rezo, el llanto, caer de rodillas implorando a Dios. Pero el misterio permanente y más común es esta conmoción del nacimiento y la muerte. Mi hermano menor acaba de morir, me conmueve y me ha bajado mucho las defensas. Pensé que me dio el cáncer. Y no era eso, sino que es un cuadro de depresión ante el misterio de la muerte. Eso es justamente el desafío para la ciencia, pero no solo la ciencia, también para los artistas que son los que van adelante haciendo los esfuerzos de comprensión. Hay una comprensión lógico-conceptual, pero hay otra, la artística, que es la que te comunica ese misterio con músicas, con notas, con colores, con formas, con movimientos en el baile, la danza.

Entrevistadores: El misterio es algo popular, está en las casas, en las costumbres.

Edmundo: Tengo para invitarles un refresco de lúcuma con leche de soya que es mi favorito. La lúcuma está acá, en los mitos antiguos. Es una planta andina, lúcumo, un árbol grande que tiene un fruto con una pasta amarilla y muy aromática.

Entrevistadores: Gracias por el encuentro.

 

 

[1] Brasileño. Educador. Estudiante de doctorado en Educación de la Universidade Estadual de Campinas (Unicamp). En el momento de la entrevista era becario de la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP), proceso 2017/14221-0. Contacto: iangabrielcs@hotmail.com / Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5590-4881

[2] Brasileña. Educadora. Graduada en Pedagogía y estudiante de maestría en el programa de postgrado en Educación de la Unicamp. Contacto: patriciacfbonani@gmail.com / Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3029-7859

[3] Chileno. Educador. Magister en Educación – Unicamp, Escuela Pública Comunitaria del Barrio Franklin. Correo electrónico: juanmg.1985@gmail.com / Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6836-0593

[4] Brasileña. Educadora. Profesora de la Faculdad de Educación de la Unicamp. Contacto: ccatini@unicamp.br / Registro Orcid: https://orcid.org/0000-0001-5568-9974

[5] Brasileño. Educador. Estudiante de doctorado en Sociología en la Universidade Estadual de Campinas. Contacto: diogovalmorp@gmail.com / Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6610-8020